Wisconsin es un estado open carry con derecho a llevar armas, lo que implica que cualquier mayor de edad puede hacerlo siempre que las lleve a la vista. La norma aplica siempre que esté en un lugar público, un lugar de su propiedad o uno privado donde no se venda alcohol, y no es necesario un permiso específico del estado. Eso significa que a pesar del intento de asesinato de Donald Trump del pasado sábado, casi cualquiera puede pasearse con un AK-47 por los alrededores del recinto donde esta semana se celebra la Convención Nacional Republicana.
Es, de hecho, lo que sucedió este martes. Un joven (21 años) portaba un AK-47 cerca del recinto del evento, y terminó arrestado. El chico llevaba puesto un pasamontañas y el arma oculta -en lugar de visible, como es obligatorio- en la mochila, pero no está claro qué pretendía. Lo que sí parece evidente es que no era el mejor día para actuar de forma sospechosa en la ciudad más blindada del país, donde miles de agentes del Servicio Secreto y miles de policías se han desplegado para garantizar la seguridad de los 50.000 asistentes a la reunión del partido.
Quizá por ese motivo unos policías de Ohio dispararon mortalmente contra otro hombre, según informó la Policía de Milwakee. También muy cerca del recinto de la Convención, los agentes detectaron una pelea entre dos personas, una llevaba un cuchillo en cada mano y amenazaba con herir a otra. Tras exigirle que los soltase y no obtener respuesta, un policía disparó. «La vida de una persona estaba en peligro. Estos policías, que no son de esta zona, se hicieron cargo para salvar una vida», ha dicho el jefe de Policía de Milwaukee, Jeffrey Norman.
Son dos incidentes que no solo se produjeron en los alrededores de la Convención que va a nombrar a Trump el candidato del Partido Republicano, sino que tuvieron lugar el día en el que el lema de la Convención era Make America Safe Again (Hacer a Estados Unidos segura otra vez), una versión del famoso lema que el expresidente usó de cara a las elecciones de 2016. La idea es convertir al país en un lugar más seguro, pero sin restringir el uso de las armas: de hecho, fue el Partido Republicano quien, impulsado por el lobby de las armas, luchó para que el estado de Wisconsin prohibiera a las ciudades restringir las armas en los lugares públicos.
Garitas con francotiradores, drones vigilando
Paradójicamente, esa norma es la que está complicando a los agentes la gestión de la seguridad en la reunión del Partido Republicano. Porque ahora la ciudad de Milwaukee no puede prohibir las armas ni siquiera en la llamada «zona de seguridad blanda», es decir, las afueras de la convención. La seguridad se ha reforzado ampliamente alrededor del Fiserv Forum, donde se celebra el evento, para prevenir cualquier tipo de problemas, sobre todo después del ataque al expresidente del sábado pasado, que ha hecho saltar todas las alarmas.
Ni el Servicio Secreto ni el FBI han reconocido públicamente que hayan reforzado la seguridad del evento después del incidente, pero es difícil imaginar que no haya sido así. Para llegar al estadio donde Trump hablará este jueves, y donde ha estado presente todas las noches de toda esta semana, hace falta entrar en un gran hotel Hyatt, pasar un escáner de seguridad, cruzar todo el edificio, atravesar otro escáner -ambos, similares a los de los aeropuertos- y solo entonces puede pasarse al recinto, más que blindado, donde por todas partes hay policías armados. Unos cuantos controles de identidad y acreditaciones después, el estadio de los Bucks de la NBA y protagonista de la semana queda a la vista.
Lo que más sorprende al acceder al enorme recinto es descubrir que la Convención ha conseguido cerrar cientos de metros, quizá un kilómetro cuadrado de la ciudad de Milwaukee -alrededor de 500.000 habitantes-. A ras del suelo hay vallas que delimitan el perímetro, coches de policías y cientos de agentes; en los tejados de los edificios del recinto hay francotiradores y en el cielo zumban drones que sin parar vigilan a los asistentes. Los edificios que han quedado dentro del recinto sin uso están vacíos: entre ellos, una iglesia y un teatro que parecen sacados de un parque temático abandonado.
Con todo, este nivel de seguridad parece haber despistado algunos de los elementos más importantes. La prensa local ha publicado esta mañana que el sábado un chico de 17 años se llevó un SUV del equipo de campaña de Donald Trump. El coche estaba en uno de los mayores hoteles de la ciudad y en unas circunstancias que aún están por esclarecerse, parece que el joven consiguió acceder a un guardallaves, se hizo con las del vehículo y condujo hasta que un policía lo intentó detener.
Después, los agentes lo persiguieron hasta el supermercado Walmart en el que el ladrón se detuvo y lo arrestaron. ¿La excusa? Que estaba buscando un lugar donde cargar el móvil cuando vio el montón de llaves y le dio la curiosidad. Por todo ello irá a juicio la semana que viene.