J. D. Vance, el senador de 39 años de Ohio que Donald Trump ha escogido como su candidato a vicepresidente para las elecciones de noviembre, ha demostrado en su discurso este miércoles en la convención de Milwaukee aceptando la nominación las razones por las que el republicano lo ha elegido para esta carrera y, también, por las que puede haber visto en él el futuro del partido.
Ese discurso era la gran carta de presentación de Vance para la nación, e incluso para muchos de los delegados en Milwaukee. En él ha abrazado el credo del ‘América primero’ y el populismo económico, declarando: «Se acabó servir a Wall Street, nos comprometemos con la gente de la clase trabajdora». Pero ha dejado en el tintero las posiciones más extremas que defiende y que han hecho que alerten sobre él los demócratas como “la encarnación humana del Project 2025”.
Vance no ha tocado cuestiones donde tiene posturas radicales, como el aborto, que personalmente prohibiría y sin excepciones. Tampoco ha hecho mención directa, por ejemplo, a su frontal rechazo a seguir dando ayuda a Ucrania. Y ha eludido cualquier referencia ni siquiera tangencial a las acusaciones de fraude electoral en 2020 que aún mantiene Trump y que él respalda.
Se ha centrado, en cambio, en un discurso donde se diría que Biden es responsable de todos los problemas de EEUU en los últimos 50 años y donde solo Trump ha dado un alivio a la población. “Por medio siglo ha defendido todas las iniciativas políticas que han hecho a EEUU más débil y más pobre”, ha dicho mencionando tratados de libre comercio o guerras que firmaron o iniciaron presidentes republicanos.
Un público entregado
Los delegados disfrutaban entregados a su relato, hilado sobre su conmovedora historia personal, que también podía ver toda la nación por televisión. Y sobre el escenario y en las pantallas han visto a un hombre joven que habla con calma, con contención, con soltura y con cercanía.
También uno que, al menos este miércoles, no usaba el mensaje apocalíptico que hasta ahora se escuchaba en mítines de Trump, sino que, en la tónica de esta convención cuando todas las televisiones nacionales retransmiten en horario de máxima audiencia, lanza un mensaje de unidad más moderado. “¿No deberíamos ser gobernados por un partido que no tiene miedo a debatir ideas para alcanzar la mejor solución?, ha planteado.
“Seré un vicepresidente que nunca olvida de dónde viene”, ha dicho Vance prometiendo pelear “por la gente que construyó este país”. Y era una promesa construida sobre un detallado recorrido por su historia personal para trazar una conexión con los votantes blancos de clase trabajadora con los que Trump llegó a la Casa Blanca y a los que necesita para asegurarse de volver a la Casa Blanca en 2024.
De hecho, en múltiples ocasiones ha mencionado específicamente Michigan, Wisconsin y Pensilvania, tres estados que Biden recuperó en 2020 tras la victoria sorpresa en 2016 de Trump, centrado ahora en recuperarlos.
Aunque de Ohio, él es uno de esos hijos de los EEUU desindustrializados y empobrecidos donde la población se sintió abandonada, lugares donde instalaron la desesperación y las adicciones, como la que consumía a su madre e hizo que tuviera que ser criado por su abuela, de la que ha hablado en numerosas ocasiones con anécdotas que han hecho que fuera jaleada..
Vance ha repasado también su paso por la universidad estatal, el alistamiento con los Marines tras el 11-S y su servicio en Irak (“una desastrosa invasión que Biden apoyó”, ha dicho sin recordar que fue iniciada por el republicano George Bush). Y después ha rememorado Yale (donde conoció a su esposa Usha, que le ha presentado, y con la que tiene tres hijos), su entrada en el mundo de los negocios (sin mencionar que fue en Silicon Valley) y, finalmente, su llegada al Senado.
Con la inmigración y la frontera en un lugar central en estas elecciones, y pese a las denuncias de las políticas de Biden, Vance también ha suavizado el lenguaje, especialmente apoyándose en su matrimonio con una mujer que es hija de inmigrantes de la India. Y en una campaña donde Trump ha prometido la mayor operación de deportaciones masivas de la historia, él ha asegurado que los EEUU bajo la presidencia del republicano seguirá aceptando a quienes vienen de fuera, con el añadido “en nuestros propios términos”.
La puesta en escena ha tenido golpes de efecto, como la presencia en el palco de invitados destacados, cerca de Trump, de su madre, que ha recibido una ovación cuando Vance ha dicho que lleva limpia 10 años.
Pero a partir del viernes el golpe de efecto electoral para los republicanos fuera de sus convencidos puede ser Vance. Y en una convención ya estaba exponiendo la extrema disciplina, organización y el foco que en este 2024 están moviendo a Trump, su equipo y su campaña, aún más destacada tras el atentado fallido del sábado, el aspirante a vicepresidente ha mostrado su enorme potencial.