Con el verano cayendo a plomo sobre la ciudad, el Real Zaragoza está ya deshaciendo el camino que le conducirá al inicio de su duodécima temporada consecutiva en Segunda, algo inédito para un club acostumbrado a menesteres mucho más lujosos en su rica historia. Después de caer al vacío en 2013 en una situación financiera y social terroríficas, el equipo comenzó una larguísima travesía por el desierto que todavía no ha terminado y que obligó a la SAD a una transformación económica inevitable con consecuencias deportivas tremendas.
Después de un primer año en Segunda para el olvido, epílogo de un periodo absolutamente vergonzoso, el Real Zaragoza inició una dura etapa de ocho años de ajustes, decisiones difíciles y pura supervivencia. Puede resultar paradójico, pero fue un viaje saludable porque el club permaneció con vida, que no es decir cualquier cosa, aunque resultara totalmente infructuoso y frustrante en el césped, incluso rozando el ascenso en una ocasión e intuyéndolo en otras dos gracias al buen trabajo en los despachos de aquellas dos direcciones deportivas.
Esa fue la cara de una moneda de un tiempo en el que el equipo peligró seriamente en el fútbol profesional en varias ocasiones y que tuvo como patrón y norma la continua venta de activos futbolísticos para sobrevivir. Cada buen jugador que saltaba de la Ciudad Deportiva a La Romareda terminaba convertido en un buen traspaso. Al final, lo que el club tapaba por un lado, lo desvestía por el otro y cada pasito para adelante era otro para atrás.
Hubo, eso sí, trabajo a destajo, numerosos desvelos, algunos aciertos y muchos errores y toda la voluntad del mundo por reconducir el destino del Real Zaragoza, cuya propiedad pasó a manos del actual grupo inversor hace un par de años. En estas dos temporadas, los resultados deportivos han sido realmente malos, pero las bases económicas que esta nueva SAD cimentó con su aparición siempre fueron sólidas. La aportación financiera de los socios fue elevada desde el principio, la mayoría en capital social, que los duros a cuatro pesetas no existen y la beneficencia es otra cosa.
El Real Zaragoza está empezando a recoger este verano los frutos de lo que ha venido sembrando institucional y societariamente en los dos últimos años. De la reordenación de la SAD, de la permanente reducción de deuda y de su revitalización progresiva en la dirección adecuada. La actual propiedad siempre ha tenido músculo financiero, muy superior al que tuvo la anterior, y el ánimo inversor en su ADN.
Hace doce meses, el club ya realizó un esfuerzo importante y el límite salarial creció hasta niveles nunca vistos en esta etapa en Segunda. Luego todo salió mal, pero chequera hubo más que nunca. En este verano, el Real Zaragoza se está adentrando en el siguiente nivel, en un escalón superior que le está permitiendo ir al mercado con muchísima fuerza (es imposible fichar jugadores caros sin dinero) y el talonario en la mano. El objetivo, futbolistas teóricamente tops para la categoría.El camino, inversiones destacables.
Samed Bazdar es una de las perlas del fútbol serbio, condición que le ha avalado para firmar un contrato de cinco temporadas y que tendrá que demostrar en la desagradable Segunda División. Su fichaje ha situado al Real Zaragoza en un escenario inédito en estos once años anteriores, en los que se convirtió en un club fundamentalmente vendedor y sin apenas capacidad de compra. La cantidad que la SAD va a pagar por el delantero serbio pertenece a otro tiempo y abre una nueva era. No es la primera vez que la actual propiedad se implica en una contratación de manera directa, ya sucedió por ejemplo con el tiro al aire con Gueye.
Sin embargo, esto es otra cosa. Un fichaje de los de antes, con la palabra millones por delante, y a los que el Zaragoza se había desacostumbrado. La SAD se va a rascar el bolsillo para tratar de dar el siguiente paso invirtiendo en la plantilla. Así han llegado Bazdar o Calero. Así se quiere convencer a Joao Basso. Víctor Fernández tendrá en sus manos el vehículo más caro de esta etapa en Segunda.
Con las obras de La Romareda en marcha, otra de las piedras angulares del proyecto por el importante volumen económico de la operación y por lo que significará en el futuro cuando cada quesito acabe en su casilla correspondiente, la SAD ha decidido echar el resto en la construcción del equipo. Va a ser posible gracias a todas las medidas previas y, sobre todo, por la convicción de que la rentabilidad de la inversión para los propietarios pasa por el ascenso a Primera, el lugar donde se cuecen las habas en el fútbol y donde los euros y los dólares van y vienen en las cantidades compatibles con los grandes negocios. Nada garantiza que salga bien. Ni que salga mal. Pero la carne va a estar toda en el asador.