Un muy buen amigo mío ha viajado recientemente a Venecia. Allí se celebra la Bienal de Arte. La viene visitando invariablemente en todas sus últimas ediciones.
Al llegar a esa hermosa ciudad como un turista más, comprobó que estaba abarrotada de gente. También la Bienal. No cabía un alfiler. ¿Cuál es el motivo por el que tanta gente quiera viajar a Venecia antes que a otros destinos?
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Por supuesto que ha pagado las tasas aéreas. También las aeroportuarias. En el hotel donde se hospedó también pagó la tasa turística por cada uno de los días de su estancia. En fin, pagó a la Comune de Venezia (o lo que es lo mismo, a los venecianos) todos los impuestos que le correspondían. También pagó la entrada a la Bienal.
Y claro está, a cambio, reclama su derecho a ser ‘turista’ y a pasear por Venecia.
Le he confirmado que tiene derecho a visitar la Bienal de Arte. En los Giardini, en el Arsenale, en el Centro.
Tiene derecho a sentarse en una terraza para desayunar, almorzar o cenar; degustar la gastronomía veneciana (o la china), los vinos del Venetto (o los de California) e incluso a una sobremesa para acabar con un ristretto y una grappa.
Tiene derecho a hacer la cola para visitar la Basílica de San Marcos, el Palazzo Ducale, el Campanile; o a no visitar ninguno de estos monumentos.
Tiene derecho a desplazarse al Lido, bañarse en su playa y tomar el sol o no tomarlo.
Y le asevero que tiene todos esos derechos no solo porque ha pagado todos los impuestos para ejercerlos, sino también porque es un ciudadano de la UE y los Tratados le amparan. Tanto más cuanto que España ha pasado a ser contribuyente nato y sus impuestos sirven también para conservar y mantener Venecia Tanto como los de los italianos han servido para financiar proyectos de la UE en Baleares.
Más aún, le he asegurado que tiene los mismos derechos que los italianos o los venecianos. Exactamente los mismos. Ni uno menos. Su único límite es la ley y el respeto a los derechos de los demás. Ningún otro. Esté Venecia abarrotada o esté vacía.
Seguro que habrá algún veneciano que me dirá que mi amigo debería ser un turista responsable y renunciar a Venecia en favor de Helsinky o Belfast. A lo que yo le replicaré que no son ciudades comparables y que esperará a que trasladen la sede de la Bienal.
Convengamos en que los turistas no son los culpables de la sobresaturación de Venecia, Mallorca o París. Y si finalmente, las autoridades políticas deciden que conviene disminuir el turismo en Venecia o en Mallorca, que adopten las leyes oportunas para restringir los apartamentos turísticos, prohibir los macro-cruceros o cualquier otra decisión oportuna y eficaz. Mi amigo y yo las respetaremos. Hasta entonces, confío en que los venecianos que disparan con pistolas de agua apunten a los verdaderos responsables que en ningún caso es mi amigo turista. Más aún, a los venecianos les exigiremos hospitalidad. Insistiré: Hospitalidad.
Por supuesto que todos y cada uno de los manifestantes «Menys Turisme, Més Vida» deberán garantizar que renuncian para siempre jamás a visitar Venecia, a ser ‘turista’ en Venecia.