La batalla de Rafael García Cambrón los últimos cinco años ha sido la de «David contra Goliat», o lo que es lo mismo, la lucha de «un soldado raso contra el Ministerio de Defensa», describe el joven cordobés. Y como una «victoria épica» acaban de recibir, él y su abogado, Antonio Granados, la sentencia del juzgado de lo social 4 de Málaga, que da la razón al joven y concluye que el accidente que le dejó una discapacidad del 45% y provocó su expulsión del Ejército en 2019, cuando tenía solo 26 años, tuvo lugar en acto de servicio, al contrario de lo que dictaminó un tribunal militar.
La justicia reconoce que el estrés postraumático que padece es consecuencia del accidente que sufrió en la base militar de Cerro Muriano y, por tanto, fue un accidente laboral, pese a que Defensa lo niegue
La decisión de la jueza permitirá al exsoldado seguir cobrando una pensión de 730 euros por su incapacidad. También será indemnizado. Y lo más importante para él: la justicia reconoce que el estrés postraumático que sufre es consecuencia del accidente que tuvo durante una maniobra en la base militar cordobesa de Cerro Muriano y, por tanto, fue un accidente laboral, pese a que Defensa lo niegue.
Con el TOA en terreno minado
El accidente se produjo el 15 de marzo de 2019, el último día de maniobras en Cerro Muriano: «El último ejercicio consistía en atravesar con el TOA (transporte oruga acorazado) un terreno que la unidad de Zapadores previamente había minado de forma simulada abriendo para ello brechas en el suelo) con el fin de recrear una zona batida por el enemigo. Debíamos circular hasta llegar a una posición segura», recordaba hace unos meses el exmilitar en una entrevista con el canal de investigación y sucesos de este grupo editorial.
«El sargento le dio instrucciones al conductor para que le diera caña al TOA y le pidió que condujera por dentro del vehículo, es decir, sin sacar la cabeza del tanque», una opción que se usa para aprender a protegerse en caso de tiroteo en un conflicto bélico.
«Pese a que el compañero advirtió al sargento de que no se sentía capacitado para llevar así el TOA (con visión desde dentro a través de periscopios), él le respondió: ‘es una orden de tu sargento’«.
Con la ametralladora, en guerrilla
García Cambrón recuerda que él «llevaba toda la semana actuando como topógrafo, el rol que me habían asignado, mi función era llevar el mapa durante los ejercicios y guiar al conductor, pero aquel día a última hora el sargento me cambió de posición, me ordenó ponerme arriba del TOA, en la ametralladora, y ser el tirador«, recuerda el exsoldado García.
Los cinco soldados se montaron en el carro blindado e iniciaron la maniobra, junto al sargento: «Íbamos todos los miembros de la compañía distribuidos en cinco TOAS, en guerrilla, uno paralelo al otro, pero nosotros éramos los primeros. Entonces, como yo llevaba la cabeza sacada y él no, el sargento empezó a gritarme una y otra cez desde abajo del vehículo mientras me daba golpes y me tiraba de la rodillera: ‘¡García, mira para atrás! ¿vienen los demás o no?’. Yo iba con mi ametralladora al frente mientras contestaba que sí, pero él no dejaba de darme y desestabilizarme y le gritaba al conductor: ‘¡Dale, dale!’, invitándole a que fuera más rápido».
Rotura de nariz y menisco
Y entonces llegó el impacto: «Íbamos a gran velocidad y el conductor no vio el agujero que Zapadores había hecho en el suelo. Al pasar por él, impacté contra la culata de la ametralladora. Me golpeé en la nariz y la boca varias veces, la rodilla la espalda… había sangre hasta en el techo del vehículo. Me caí al suelo del TOA y me quedé en blanco».
El exsoldado sufrió, entre otras lesiones, rotura de nariz (además de un quiste) y rotura del menisco y tuvo que ser operado varias veces.
La sentencia supone una «satisfacción a medias» para el exsoldado: «Nada puede reparar el daño que me han hecho ni devolverme mi sueño de ser militar, que con tanto esfuerzo acababa de conseguir cuando tuve el accidente»
Los peritos del Instituto de Medicina Legal de Málaga concluyeron que el joven sufre varias secuelas físicas y psiquiátricas y le reconocieron una discapacidad del 45% y una incapacidad permanente en grado total. Según su valoración, el exmilitar sufre: alteración de la respiración nasal por deformidad ósea (insuficiencia ventilatoria), síndrome cervical asociado y agravación de artrosis previa y síndrome postraumático lumbar, dolencias físicas «graves pero no incapacitantes».
Lo que lo incapacita para la vida militar es «un trastorno mental» derivado del siniestro que el psiquiatra que atiende al joven desde entonces calificó como «trastorno de estrés postraumático grave y crónico».
«Me culpan de mi trastorno mental»
Ese mismo doctor advirtió en su informe que «existe una indubitable relación de causalidad entre el accidente laboral sufrido por el soldado García -que hasta el siniestro de Cerro Muriano jamás había tenido ningún problema de salud mental– y el desarrollo posterior del trastorno» y que dicha dolencia lo «incapacita de forma permanente para el desempeño de su actividad militar».
Pese a todo, el Ministerio de Defensa rechazó que la incapacidad psiquiátrica del joven se produjera «en acto de servicio». En su resolución, fechada el 15 de marzo de 2022, declara la «insuficiencia de condiciones psicofísicas, ajena a acto de servicio» del ya exsoldado y asegura que en lugar de un trastorno de estrés postraumático, padece un trastorno de adaptación con alteración mixta de las emociones y la conducta persistente, de etiología predisposicional«. En otras palabras, como el joven asegura que le dijeron: «la culpa de mi trastorno es mía por no haberme adaptado a la vida militar».
El exsoldado demandó a Defensa ante la Audiencia Nacional, sin éxito. También a su sargento, que sigue en activo, después de que el tribunal militar lo absolviera de varios delitos de abuso de autoridad y de otro contra la eficacia del servicio.
«Enfermedad común»
El pasado junio tuvo que acudir a juicio con Fremap para tratar de conservar la pensión de 730 euros con la que ahora vive, después de que la compañía de seguros defendiera, basándose en el criterio de Defensa, que la incapacidad del joven obedece a una «enfermedad común» y no de tipo laboral. Todo ello pese a que el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) ya había dado la razón al exmilitar.
La sentencia del juzgado de lo social 4 de Málaga viene a zanjar el debate y permite a García Cambrón cerrar un desagradable capítulo que incluso estaba perjudicando su recuperación. «Estamos satisfechos con la resolución, se ha hecho justicia, era de sentido común reconocer que la incapacidad de Rafael estaba causada por enfermedad laboral y no hacerlo estaba causando un grave perjuicio a un joven ya agraviado por ver truncada su carrera militar«, opina el abogado del exsoldado, Antonio Granados, el mismo letrado que también representa a la viuda del cabo Jiménez, fallecido en la base militar de Cerro Muriano el pasado 21 de diciembre.
A sus 31 años, García Cambrón ha tenido que pasar por un largo y tortuoso proceso judicial para al final obtener una «satisfacción a medias», porque, como denuncia, «ninguna sentencia ni indemnización puede reparar el daño que me han hecho ni devolverme mi sueño, que con tanto esfuerzo acababa de conseguir cuando tuve el accidente: el sueño de ser militar».