Cuando Donald Trump entró el lunes por la noche en la cancha del Fiserv Forum de Milwaukee, con su oreja derecha cubierta por un enorme vendaje, en la convención nacional republicana se vivió un auténtico éxtasis colectivo. Era la primera aparición pública desde el atentado fallido del sábado del líder, nominado oficialmente horas antes como candidato del partido para las elecciones de noviembre. Fue recibido como un héroe, como un mártir, como un ídolo, con tal entrega que hasta hizo que un político que rara vez se permite dar muestras de emoción bajara por unos segundos la guardia y expusiera su humanidad.

Fuente