El área de Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza continúa con su plan para cerrar las cicatrices urbanas de la ciudad. Mañana miércoles, la comisión de Urbanismo, la última antes del parón veraniego, tendrá que pronunciarse sobre una gran cantidad de asuntos que llevan trabajándose en los últimos meses, entre ellos la reurbanización de los suelos del antiguo colegio Jesús y María, situado entre la calle Cortes de Aragón y la avenida Goya.
El concejal del ramo, Víctor Serrano, lleva trabajando en esta modificación del Plan General de Ordenación Urbana desde hace ya cuatro año, aunque todavía no ha conseguido sacarla adelante debido a las diferencias de opinión con los propietarios de los suelos, Wilcox. Es por ello que desde el Gobierno municipal del PP les han planteado una suerte de ultimátum con el objetivo de desatascar, de una vez por todas, esta parcela: si en un plazo de dos meses Wilcox y el ayuntamiento no han sellado el acuerdo sobre los usos de los suelos del Jesús y María el consistorio lo hará por su cuenta, por lo que la promotora inmobiliaria perder rentabilidad en la operación.
Pero primero, la comisión de Urbanismo de mañana deberá votar la reordenación de estos suelos, hasta ahora reservados al uso educativo. La propuesta del consistorio, y con la que Wilcox comulga, es permitir la edificación de 160 viviendas libres con las que la propietaria podría sacar rendimiento a la pastilla. A cambio, el consistorio ganaría un solar de 5.581 metros cuadrados para construir un equipamiento público, un terreno que supone más del 60% del total de la parcela.
Flecos sueltos
Una vez que el nuevo planteamiento esté plasmado en el PGOU, Urbanismo otorgará un plazo de dos meses a Wilcox para firmar un convenio que zanje los asuntos que quedan pendientes de acordar. «Son flecos», aclaró este lunes Serrano. Entre los temas sin cerrar está, por ejemplo, el cómo obtendrá el consistorio el pago por recalificar estos terrenos. Desde Urbanismo quieren que la propietaria se encargue de construir el equipamiento público para cederlo, llave en mano, al ayuntamiento, para evitarse la gestión de tener que licitar las obras para levantar el nuevo edificio municipal.
No obstante, y dada la cantidad de veces que se ha anunciado la llegada de una solución inminente para los suelos del Jesús y María, no tendría por qué no firmarse ese convenio. Pero los técnicos municipales han recomendado no esperar más y forzar a Wilcox a sentarse una vez que mañana se apruebe definitivamente la modificación del Plan General de Ordenación Urbana. Tienen de plazo hasta el 30 de septiembre.
«Si en dicho plazo no se alcanzara un acuerdo de voluntades, se podría finalizar de oficio la tramitación del procedimiento y el ayuntamiento, en el ejercicio de su potestad pública de planeamiento, podría introducir los ajustes que resulten oportunos, como la reducción de la edificabilidad residencial», explicó Serrano.
Es decir, que si Wilcox no se sienta a cerrar esos flecos que quedan sueltos, podría perder dinero, puesto que cuantos menos pisos pueda construir, menos dinero ingresará. Otra opción que también podría lastrar las expectativas de la promotora inmobiliaria es que el ayuntamiento optara por convertir esta pastilla en una zona G dentro del PGOU, por lo que quedaría catalogada como «zona urbanizable no consolidada».
Licencia para el derribo
Esto implicaría que Urbanismo podría plantear la creación de una calle que cruzara estos terrenos y que uniera la avenida Goya con Cortes de Aragón. Además, en una zona G el consistorio también podría forzar la inclusión de viviendas protegidas, lo que también resultaría menos rentable a Wilcox.
Como tal, la modificación del Plan General implica la reordenación de los suelos. La parcela tiene 8.952 metros cuadrados, en donde podrían construirse 160 viviendas libres (son 50 menos que el planteamiento inicial de Wilcox) que darían tanto a la avenida Goya como a Cortes de Aragón. También se generaría una parcela municipal libre de cargas y una compensación económica en favor del ayuntamiento por la revalorización de los suelos, que es lo que el consistorio quiere recibir en forma de un equipamiento público ya construido. «Conseguiremos así borrar del mapa otro vacío urbano que está empobreciendo esta zona de la ciudad», aseveró Serrano, quien incidió en el «arduo trabajo» de su área para «eliminar estos espacios vacíos en la ciudad».
No obstante, esta modificación del PGOU no ha contentado a todo el mundo. La Unión de Consumidores de Aragón presentó alegaciones contra la propuesta de Urbanismo al considerar, entre otras cuestiones, que las contraprestaciones que obtendrá el ayuntamiento a cambio de permitir la construcción de «viviendas de lujo» son «mínimas e inconcretas».
Asimismo, la asociación para la protección del patrimonio Apudepa, también alegó contra el proyecto de modificación del PGOU porque supone el derribo de un edificio, el antiguo colegio Jesús y María, que habían pedido catalogar como Bien de Interés Cultural por su valor arquitectónico. Sin embargo, hace ya un año que Wilcox tiene licencia para demoler el inmueble, aunque no ha comenzado los trabajos.