Se trata de un cambio a priori imperceptible pero que está ahí. Y sobre todo, se trata de una alteración que no solo se refleja en los relojes sino que también puede provocar desajustes en algunas de las tecnologías clave que utilizamos en el día a día. Un estudio publicado este mismo lunes en la revista científica ‘PNAS’ advierte de que el avance de la crisis climática está alargando los días en la Tierra. A lo largo del siglo pasado, se añadieron entre 0,3 y 1,0 milisegundo por año. Del 2000 en adelante, se sumaron unos 1,33 milisegundos más cada año. Y de seguir así, los modelos sugieren que hacia finales de siglo se podían sumar 2,62 milisegundos anuales más. «Todo esto puede tener un impacto en los sistemas de cronometraje precisos como los que se utilizan en los sistemas de navegación por satélite y las redes de telecomunicaciones», advierten los autores de este trabajo.
A lo largo del siglo pasado, se añadió cerca de 1 milisegundo por año, pero del 2000 en adelante se sumaron unos 1,33 milisegundos más por cada vuelta al sol
La velocidad de rotación de la Tierra no ha sido siempre la misma. En sus albores, hace más de 4.500 millones de años, sabemos que nuestro planeta giraba mucho más rápido que ahora y que los días duraban mucho menos de 24 horas. Con el pasar del tiempo, varios fenómenos físicos y geológicos han ido ajustando el reloj hasta llegar a los valores a los que estamos acostumbrados a día de hoy. Aun así, sabemos que este fenómeno está en continua evolución. En el último milenio, por ejemplo, se ha visto que los vaivenes de las mareas impulsadas por la Luna han ralentizado poco a poco la rotación del globo. Hasta ahora se creía que este fenómeno era el que provocaba una mayor disrupción en los relojes. Pero según advierte el análisis publicado este lunes, el impacto del cambio climático sería aún mayor.
¿Pero de qué manera la crisis climática está alterando la duración de los días en la Tierra? Pues bien. Presten atención porque la explicación tiene su miga. Según explica un grupo internacional de investigadores, entre los que destacan expertos del Jet Propulsion Laboratory de NASA y la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, el avance del calentamiento global está acelerando el deshielo de los polos del planeta y de sus glaciares y esto, a su vez, está aumentando la subida del nivel del mar y provocando una redistribución de las masas de agua desde las regiones polares hacia las ecuatoriales.
Todo esto habría provocado un «achatamiento» del globo terrestre por los polos y también habría acabado desacelerado su rotación. Para que nos entendamos, este desplazamiento de las aguas hacia el ecuador del planeta estaría actuando como un patinador que extiende sus brazos para reducir su velocidad. De ahí que los días duren más.
A más deshielo, más tiempo de rotación
Los registros indican que este fenómeno se viene produciendo desde hace al menos un siglo. Pero según desvela este último análisis, esta alteración se ha acelerado de forma sustancial desde el año 2000 en adelante. Los expertos lo atribuyen, sobre todo, al «deshielo sin precedentes» de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida y a la consecuente alteración de las corrientes marinas. De ahí que su efecto sea cada vez más notorio. Los modelos indican que durante todo el siglo pasado el cambio climático sumó alrededor de 65 milisegundos al tiempo de rotación terrestre. Ahora, tras el cambio de siglo, en tan solo dos décadas todo apunta a que ya habríamos añadido casi 32 milisegundos más. Esto supone añadir en tan solo 24 años casi la mitad de ‘retraso’ que en todos los cien años anteriores juntos.
«Esta variación en la duración del día tiene repercusiones críticas no solo en nuestra forma de medir el tiempo, sino también en el GPS y otras tecnologías que rigen nuestra vida moderna»
Este fenómeno, lejos de ser una mera anécdota, podría obligar a ‘reajustar’ la red de relojes atómicos con los que se define la ‘hora oficial’ en todo el planeta y, además, se sincronizan los sistemas de navegación por satélite y las redes de telecomunicaciones que utilizamos en nuestro día a día. «Esta variación en la duración del día tiene repercusiones críticas no solo en nuestra forma de medir el tiempo, sino también en el GPS y otras tecnologías que rigen nuestra vida moderna«, comenta Santiago Belda, investigador distinguido en el Grupo de Geodesia y Dinámica Espacial del Departamento de Matemática Aplicada de la Universidad de Alicante, en declaraciones al portal Science Media Centre España (SMC).
Suscríbete para seguir leyendo