La posibilidad de que la sequía que vivía Barcelona semanas atrás acabara con la llegada de barcos con agua al puerto catalán se vivió como un episodio algo apocalíptico en el siglo XXI; sin embargo, en Benidorm esa imagen fue como abrir una puerta a 1978, un pasado al que todos conjuraron no volver. Desde entonces, la capital turística de la Costa Blanca ha trabajado en muchos frentes para lograr una gestión integral del agua y, ante todo, generar un modelo que implica a todas las partes. Así, la industria del turismo podrá seguir siendo la de la felicidad. Porque, se hable con quien se hable, hay dos máximas: se invierte todos los años y se vive bajo un contexto de sequía real o inminente.

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