Hay apuestas fáciles. Seguras. O casi. Meter unos euros a favor de Max Verstappen en la actual Fórmula Uno, del Real Madrid en la final de un torneo, de Estados Unidos en el baloncesto olímpico o de un español en la tierra batida de Roland Garros. No anda lejos apostar que, si hay un lío en el Ayuntamiento de Alicante, el epicentro se sitúa en Urbanismo. Y es que, en la capital alicantina, Urbanismo es apuesta segura cuando se habla de problemas. Pasan los años, los concejales, y los entuertos nunca escapan de las garras de una de las áreas más problemáticas, tóxicas, del Consistorio de la ciudad.
Ahora los focos vuelven a apuntar con intensidad sobre Urbanismo, cuyas instalaciones se sitúan junto a la Audiencia. Casualidades. Y lo hacen, el apuntar de los focos, por las irregularidades en la construcción de un hospital privado en terrenos de Vistahermosa Norte, ya que la promotora (IMED) ha levantado el doble de alturas de las que permite la licencia vigente, según unos técnicos municipales que ahora, tras preguntas en busca de respuestas ante las dudas generadas en el ambiente casi veinte meses después de la concesión del permiso municipal, han descubierto que el nuevo edificio tiene ya el doble de edificabilidad de la autorizada. Ahí es nada.
Y es ahora, mientras las obras encaraban su recta final, cuando amenazan con paralizar los trabajos si la empresa no explica los motivos por los que ha incumplido la licencia de obra. Una advertencia que llega justo cuando la atención debería estar puesta en el Pleno de este próximo lunes, al que el gobierno pretendía llevar la aprobación de una modificación del planeamiento (del Plan Parcial de la APA 9) que permitía a la empresa duplicar la altura hoy permitida. Al final no se abordará el asunto porque se suspendió la comisión previa. El argumento -que la concejala estaba de baja por maternidad, como si se tratase de un contratiempo imprevisto de última hora- costó creerlo en un inicio. Ahora, con lo que se sabe tras lo publicado por este diario, resulta más que imposible.
El urbanismo de Alicante, por hache o por be, siempre está bajo la luz acusadora. Hubo un tiempo en el que los jueces rebuscaron en despachos del área posibles amaños en el planeamiento. Luego se habló de supuestas escuchas en los despachos nobles. De lo que nunca se ha dejado de hablar es del retraso en la revisión del Plan General de Ordenación Urbana, ya que el vigente data de 1987. Entonces, cuando se aprobó, en Estados Unidos gobernaba Ronald Reagan; en España, Felipe González; Joan Lerma, en la Comunidad, y José Luis Lassaletta, en Alicante. El rey, hoy ya emérito y residente en Abu Dabi, colocó la primera piedra de la Expo de Sevilla y el PP ni existía. De entonces es el planeamiento vigente en Alicante, más allá de parches a lo largo de estos años.
Pero los retrasos no solo se vinculan a la revisión del PGOU, también a la concesión de licencias. La concejala de Urbanismo, Rocío Gómez, reconoció recientemente en Pleno que se acumulan 140 licencias de obra pendientes de tramitar y 120, de ocupación. Eso según sus números. No es nada nuevo. En tiempos no tan pretéritos, las quejas de promotores, más o menos amplificadas, se han repetido con Pavón, con Montesinos, con De España, con Pérez y ahora con Gómez. Estos retrasos afectan a grandes inversiones, en las que se pueden manejar millones de euros, pero también a otras más modestas, pero de las que dependen familias que lo fían todo a recibir una licencia municipal para su proyecto de vida. No son pocos los que tienen que renunciar mientras esperan unos tiempos en Urbanismo que nada tienen que envidiar a los criticados en la Justicia.
En el Ayuntamiento, los optimistas desean que el fichaje de la funcionaria Leticia Martín como directora general, la que durante dos años (de 2021 a 2023) fue máxima responsable de la Oficina del PGOU, dé un impulso a un área que se reorganiza en busca de salir del bloqueo cada vez que llega un nuevo concejal, y no han sido pocos los inquilinos en la última década. Mientras la concejalía aspira a salir del letargo en el que lleva sumergida tantos años, entre el miedo de algunos de sus integrantes y la desidia de otros de sus miembros, Alicante continúa a la espera de un nuevo PGOU, de un nuevo modelo de ciudad, de más proyectos de transformación urbana, de más iniciativas de mejora de la convivencia en los barrios.
Largas esperas para la ciudad (y sus vecinos), que no tiene más remedio que ver cómo pasa el tiempo… y las oportunidades. Otros, los que pueden elegir, los que tienen la opción de cambiar su proyecto de ciudad tantearán otras alternativas, eligiendo aquellas en las que los tiempos se ajusten más, sin ir más lejos, a los que la Administración exige a sus ciudadanos. Una relación nada recíproca. Alicante necesita, urge, que Urbanismo sea una solución y no un obstáculo para la ciudad.
Ahora, la polémica en torno a la construcción del hospital privado en Vistahermosa Norte vuelve a aflorar el síntoma de un problema que parece inherente al sistema. Unos apuntaran a los retrasos en la tramitación, otros a la tardanza en la inspección municipal. Los habrá que combinen ambas cuestiones. Pero todos apuntan a Urbanismo. A sus tiempos. Malos para Alicante.
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