El presidente del Parlament balear, Gabriel Le Senne, tiene órdenes directas de la dirección nacional de Vox de no dimitir. Le Senne, según fuentes del partido, piensa seguir a rajatabla las instrucciones de Madrid y no tiene previsto abandonar su cargo por iniciativa propia, pero en la formación son conscientes de que es muy probable que sea el Partido Popular quien le haga caer.
Después de las palabras de la presidenta del Govern, Marga Prohens, que en su comparecencia ayer consideró que Le Senne no puede continuar al frente del Parlament después de que Vox haya dinamitado el acuerdo que tenían, la continuidad se le hace muy difícil. Entre las filas de la ultraderecha balear asumen que, después de la carta que ha jugado Santiago Abascal, es muy probable que los diputados ‘populares’ voten a favor de la salida de Le Senne en la remoción instada por la izquierda hace unas semanas, después de su salida de tono al destrozar una foto de Aurora Picornell.
Para sacar la remoción adelante el PP tendría que sumar sus votos a los de la izquierda, que lleva semanas ofreciendo esta posibilidad a Prohens sin recibir ninguna respuesta. Ayer mismo, el PSIB y Més volvieron a instar a la presidenta a que fuerce la salida de Le Senne a cambio de posibilitar la candidatura de cualquier diputado ‘popular’. De momento no hay nada seguro, pero en Vox son conscientes de la posible jugada de Prohens.
Aun así, el presidente de Vox, Santiago Abascal, ya apuntó ayer en una entrevista concedida a Telecinco que no ve inconveniente en que los presidentes de los distintos parlamentos autonómicos consensuados con el PP sigan en sus funciones: «Son una institución parlamentaria que no tiene nada que ver con los gobiernos regionales», justificó.
Precisamente esta fue una de las instrucciones que dio el dirigente de Vox Ignacio Garriga en una reunión (breve y sin preguntas) que mantuvo ayer por la mañana con diputados autonómicos de todo el país, entre ellos los siete de Vox Balears. Ambas facciones siguieron la videoconferencia por separado; Le Senne, María José Verdú y Manuela Cañadas la vieron juntos en un despacho del Parlament.
A media mañana se permitieron una breve pausa para tomar un café y afrontaron con un hermetismo absoluto a la decena de periodistas y cámaras que esperaban en la calle. Las únicas palabras fueron de Cañadas, que al salir de la videoconferencia admitió que su formación no mantiene contactos con el PP desde hace «días», ni siquiera el jueves por la noche después de la ruptura anunciada por Abascal. «Hemos tenido reuniones, pero ahora hace un par de días que todavía no», matizó ante los micrófonos. Le Senne, por su parte, tenía órdenes claras de no hablar con los medios, pese a que está en el punto de mira una vez más.
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