Silvio Berlusconi no para de acaparar titulares pese a estar difunto. El controvertido político conservador y magnate de las telecomunicaciones incluso ha llegado ha ser tendencia en las redes sociales y en especial en X, la antigua Twitter. Tampoco hay semana en la que no esté en la boca de un ministro, o cope alguna diatriba sobre su persona. Lo último ha sido el anuncio del Gobierno italiano de rebautizar el principal aeropuerto de Milán en su honor, iniciativa que ha enojado s la oposición.
«Aeropuerto Internacional Milano Malpensa—Silvio Berlusconi». Así se llamará a partir de esta semana. El mes pasado, Antonio Tajani, el líder de Forza Italia (formación fundada por Berlusconi), defendía la validez de cualquier papeleta electoral en los comicios europeos en la que apareciese su nombre (que también aparecía en todos los carteles de la formación durante la campaña electoral). Y eso que el mencionado difunto lleva muerto más de un año.
La distracción como estrategia de propaganda política sigue teniendo en Italia uno de sus bastiones. Es la conclusión a la que podrían llegar los más atentos. El caso del aeropuerto es emblemático. El anuncio fue realizado por el ultraderechista Matteo Salvini, el líder de la Liga, pocos días antes de que Amnistía Internacional (AI) incluyera a Italia entre los países europeos en los que se está socavando la protesta pacífica de manera preocupante. «El informe documenta el uso generalizado de fuerza excesiva o innecesaria por la policía […] como fracturas de dientes o huesos […] equiparable a tortura u otros malos tratos», señaló AI que, en su informe, incluso citó manifestaciones específicas, entre ellas protestas por la guerra de Israel en Gaza.
Italia, en retroceso
No es la única noticia en esta dirección. En mayo, Italia retrocedió cinco puestos (hasta el 46) en las listas sobre la libertad de prensa que publica Reporteros Sin Fronteras (RSF). Otros informes de organizaciones no gubernamentales también han denunciado un aumento de presiones e intimidaciones a periodistas en Italia, donde el Gobierno de Giorgia Meloni emprendió una verdadera batalla para conquistar la televisión pública RAI.
Ejemplo es el de Serena Bortone, uno de los rostros visibles de una reciente huelga de los trabajadores para denunciar las injerencias del Gobierno en la RAI. Bortone, una periodista precedentemente poco implicada en política, fue inmediatamente castigada con la abertura de un expediente y su programa, ‘Che será’ (‘¿Qué será?’) ha sido cancelado para la próxima temporada. Ahora sólo presentará un programa los sábados, día de menos audiencia, en el que solo podrá hablar de cultura y filosofía.
Domar a amigos y enemigos
Lo cual también recuerda a Berlusconi, un personaje que el mundo asoció durante más de dos décadas a Italia. Porque él mismo era un maestro del arte del engaño. Los episodios son infinitos. En 2008, por ejemplo, cuando Italia se enfrentaba a una grave crisis económica, le gritó ‘cucú’ a la entonces canciller de Alemania, Ángela Merkel, y la prensa no habló de otra cosa. Y lo mismo ocurrió un año después, cuando le criticaban por su gestión del terremoto del Aquila y, estando sobre el terreno, le dijo a una médico de emergencias que «no le importaría» ser reanimado por ella.
Hoy muerto, la omnipresencia del difunto Berlusconi en el debate público también ha ido a la par de las maniobras de Meloni para contentar y domar a sus dos viceprimeros ministros, Salvini y Tajani, sin los cuales su Gobierno no existiría. Al primero le acaba de permitir la aprobación de una reforma autonómica descentralizadora que ha tensado el choque entre el norte y el sur del país, al segundo le ha ahorrado cualquier ataque público, a pesar de que sus más cercanos aseguren que siente una verdadera antipatía por él. Lo cual posiblemente incluso se ha acrecentado últimamente, puesto que Tajani pertenece a la familia europea de los populares, es decir, los que -junto con socialistas y liberales- la acaban de excluir del reparto de los altos cargos de la Unión Europea.
Líos económicos
Aunque con Salvini la cosa tampoco no es sencilla. El leguista anunció justo días atrás su ingreso en Patriotas por Europa, el nuevo grupo europeo de extrema derecha creado por el primer ministro húngaro Viktor Orban y que ahora le ha quitado del puesto como tercera fuerza en el Parlamento Europeo a Reformistas y Conservadores (ECR), que Meloni lidera en la UE. «Un sí (de Meloni) a Ursula von der Leyen (propuesta como presidenta de la Comisión Europea, por populares, liberales y socialistas) es el comienzo de su fin», ha dicho poco después Salvini.
Lo que se suma a que los resultados en la segunda vuelta en las municipales italianas han devuelto algo de vigor a los partidos de la oposición de centroizquierda, que también ha servido para que éstos se hicieran oír en sus denuncias por los recortes de Meloni en la educación y atención social, y el aumento de la presión fiscal (que aumentó de 0,8% en el primer trimestre de este año, hasta el 37,1%). Todo ello cuando la deuda pública ha vuelto a subir y la Comisión Europea acaba de expedimentar a Roma por su excesivo déficit (7,4%, el más alto de 7 últimos socios europeos puestos bajo lupa).