La ‘Operación Endurance’ asestó un duro golpe a un entramado supuestamente dedicado de pleno a la fabricación y posterior venta de “narcolanchas”. Una nave industrial ubicada en el polígono industrial de Cotogrande, en la rúa da Becerreira de Vigo, fue uno de los principales almacenes a disposición de la organización para construir desde cero los cascos de estas embarcaciones semirrígidas de alta velocidad, pero disponían de más naves para esta misma labor de fabricación o para culminarlas colocándoles los flotadores en distintos puntos del norte de Portugal, fundamentalmente en Valença do Minho y Viana do Castelo. El mapa geográfico de esta red era todavía más amplio: con sus dos presuntos cabecillas domiciliados en Barcelona, contaban con toda una flota de camiones y remolques para transportar las planeadoras y con lugares para custodiarlas y ocultarlas en Tarragona y Toledo antes de entregarlas a los compradores, a los destinatarios finales. La Fiscalía sostiene que el fin de estas embarcaciones era el tráfico de hachís y, de hecho, concreta que una de las construidas en la nave viguesa, una semirrígida de 12,4 metros de eslora y provista de tres motores Yamaha de 300 caballos cada uno, fue empleada para un alijo de 957 kilos de dicha droga en la playa del Vigía de Mazagón, en Huelva, tras lo cual la abandonaron en la costa almeriense.

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