En la segunda reunión de la comisión de investigación del Parlamento de Canarias solo se escucharon preguntas que caían como una llovizna de verano en el patio de un caserón decadente. Esa lluvia que apenas salpica y que no alimenta ni refresca nada y solo presagia más calor y más aburrimiento exasperado.
El hecho es que el único compareciente de la jornada, Íñigo Rotaetxe Lachiondo, empresario que fuera apoderado de la compañía Soluciones de Gestión y Apoyo a las Empresas, metida hasta el corvejón en el caso Koldo, llegó acompañado de su abogado, un caballero con una barba como un florido pensil, y manifestó que se acogía a su derecho legal a no declarar. Porque la comparecencia es obligatoria si te convoca la comisión, pero, si así lo decides, puedes acogerte al derecho de no declarar, que debe ser respetado sin ambages por sus señorías.
El presidente de la comisión parlamentaria, Raúl Acosta, defendió el derecho de a callar casi como una cuestión religiosa, hasta el extremo de reprender moderadamente a los portavoces que intentaron una somera interpretación del silencio pétreo del compareciente. Investigado judicialmente por presuntos delitos de organización criminal, prevaricación, malversación, blanqueo de capitales y tráfico de influencias el señor Rotaetxe, que tiene aspecto de no haber roto nunca un plato, ni una taza, ni un babero, decidió callarse para no complicar su delicada situación procesal.
Preguntas
De la misma manera que el compareciente puede guardar silencio, los diputados pueden formular sus preguntas y solicitar que se consignen en las actas de la comisión, y así lo hicieron todos los grupos parlamentarios. El portavoz de la ASG, el señor Ramos Chinea, hizo preguntas casi acariciantes y con cierto apremio, porque es demasiado evidente que anhela pasar lo más desapercibido posible en este lance. Al fin y al cabo su partido formaba parte del gobierno que mantuvo tratos y pagó facturas a la empresa Soluciones de Gestión, algo que, amablemente, nadie le recuerda. A continuación Javier Nieto, diputado de Vox, intervino por vía telemática, llenando una pantalla de televisión con el rostro de amable y cortés vampiro que le caracteriza. Lo primero que dijo causó las únicas sonrisas del día:
-Mi primera pregunta es muy sencilla… ¿Me están oyendo ustedes?
Se le oía, pero Rotaetxe no le escuchaba. Ni siquiera le explicó a Nieto que no iba a declarar. A su parecer bastaba con haberlo dicho al principio. Durante el interrogatorio del portavoz de los ultraderechistas, y así ocurrió también con los restantes, Rotaetxe, traje azul oscuro, muy oscuro, y corbata a juego, se mantenía impávido: espalda recta, rostro inexpresivo, manos entrelazadas y apoyadas en la mesa, piernas abiertas y pies sin levantarlos jamás del suelo. Uno juraría que el señor Rotaetxe fue monaguillo o que ha ensayado mucho la pose escultórica. Solo alguna vez se consentía morderse brevemente los labios o separar de la piel el cuello de la camisa.
Tanto NC, como Coalición Canaria y el PP intentaron que el exapoderado brindara información sobre sus contactos con Presidencia del Gobierno o con el Servicio Canario de Salud. Obviamente, fue inútil, porque, como en el Senado, Rotaetxe no abandonó ni durante un segundo su empecinado silencio. Lo del PSOE, quizás, le fue más fácil de soportar, porque la diputada Nira Fierro se limitó a preguntar como lo había hecho el Gobierno de Ángel Víctor Torres para contestarse enseguida que inmejorablemente. Es harto dudoso que Fierro no sepa distinguir entre una comisión parlamentaria ordinaria y una comisión de investigación, que tiene como objeto fundamental investigar si existieron responsabilidades políticas, no negarlas rotundamente desde la primera comisión del pasado lunes. Y las que quedan.