Los hincha españoles se hicieron notar más que nunca en Múnich. Después de una serie de partidos en clara inferioridad, en Múnich se notó mucho más la presencia de aficionados de la Roja, algunos de ellos incluso sin entradas.
Desde primera hora de la mañana ya hubo una concentración importante en la mítica Marienplatz de la capital bávara. Los españoles disfrutaron con sus habituales cánticos y no faltaron figuras clásicas como los ya habituales toreros, que dieron colorido con sus canciones pintorescas.
El animador por antonomasia de la selección, Manolo del Bombo, fue la gran ausencia. Manolo y su tambor no pudieron estar en Múnich por unos problemas físicos, aunque su espíritu se notó en las calles y en el estadio
El desplazamiento masivo de aficionados españoles no es algo que ocurra como norma en los grandes torneos. Sin embargo, esta joven selección ha enganchado con figuras como las de Lamine Yamal o Nico Williams que entusiasman a todos.
Más allá del resultado, la importancia de haber logrado que la afición se ilusione de nuevo con el equipo es uno de los grandes logros de Luis de la Fuente. Su discurso de cohesión ha cuajado, pero sobre todo el juego vistoso ha servido de aliciente.
Los seguidores inciaron su recorrido por la Marienplatz hasta desplazarse al mediodía a una cervecería importante al aire libre en el centro de la ciudad. Allí comieron salchichas, las empanadas de carne y, como no podía ser de otra manera, rodó la cerveza.
Las gigantes jarras circularon entre las manos de los hinchas de la Roja, pero siempre sin pasarse de los límites y con un muy buen tono. La música amenizó la espera con canciones tan emblemáticas como el himno oficioso de esta selección: ‘La potra salvaje’.
Los franceses también hicieron acto de presencia, aunque en menor medida que los españoles. También se vieron a muchos alemanes con sus camisetas blancas que habían comprado sus entradas para el partido, pero se quedaron sin su selección al caer eliminada en las semifinales por España.
Entradas de hasta 900 euros
El Allianz Arena se llenó, a pesar del precio de algunas de las entradas. Las más baratas, destinadas a los fans, costaban 80 euros, pero había muy pocas a disposición. El fondo español se llenó con las localidades que resultaban más económicas.
Los precios iban creciendo a medida que la ubicación en el campo era mejor hasta alcanzar los 900 euros. Esto ocurría con las entradas que están justo detrás de los banquillos.
Los familiares de los jugadores arroparon a los suyos. Cada futbolista disponía de seis localidades, que para algunos no fueron suficientes.