Una ley de amnistía fruto de la aritmética política, sin fundamento cierto en la solución de problema alguno, está en la base de la situación de confrontación que vivimos. Felipe González, no la ultraderecha, es y ha sido muy claro para sonrojo del socialismo español. En ese marco de ofertas y demandas se ha producido una despenalización acelerada de la malversación, que ya invade las leyes, a lo que hay que sumar la interpretación que el TC ha hecho de la responsabilidad política, que abre paso a la impunidad. Fuera de sus fundamentos teóricos la realidad es que niega el control de los actos políticos en un sistema en el que son los partidos los que invaden el sistema que, por ello, es solo formalmente democrático.

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