Una especie de alivio e incertidumbre inunda el ambiente de Francia. Las cosas no están mucho más claras tras pasar por las urnas, ningún partido ha logrado una mayoría absoluta y no hay un plazo para formar gobierno. La pregunta que más se ha repetido este lunes de resaca electoral es a quién nombrará el presidente Emmanuel Macron como primer ministro y si conseguirá formar un gobierno de coalición.
Dudas que no se responderán en los próximos días, así lo han avisado en el propio Palacio del Elíseo, desde donde también han llamado a la «calma» y la «prudencia» en un momento de analizar los resultados y buscar la mejor estrategia, y conseguir un gobierno que saque a Francia de este bloqueo político.
Los partidos y coaliciones saben que en estos comicios no se votó un programa político, sino que se trataba de un referéndum a favor o en contra de la extrema derecha. De ahí que algunas voces políticas pidan que ningún líder se atribuya la victoria como propia, en referencia a la unión de las izquierdas y a la estrategia de retirada de candidatos en circunscripciones donde se producían triangulares, en favor del aspirante más votado.
Ahora, toca «asegurar la estabilidad del país», ha afirmado el Elíseo, después de que Macron haya rechazado la dimisión presentada en la víspera por el primer ministro, Gabriel Attal. Tal y como establece el protocolo, Attal acudió esta mañana al palacio para comunicar su renuncia al presidente, pero Macron la ha descartado «por el momento» hasta que pasen los Juegos Olímpicos.
Un gobierno de coalición (sin Mélenchon)
Pocas cosas hay más claras en estos momentos que, si la izquierda quiere gobernar, necesita del macronismo y viceversa, pero existe el ‘escollo’ insumiso de Jean-Luc Mélenchon. Ante una mayoría absoluta imposible de encontrar y una coalición con el bloque del Nuevo Frente Popular improbable por la presencia de La Francia Insumisa, quien aglutina una importante cantidad de escaños (74), en las últimas horas empieza a sonar una posible teoría que señalaría a una coalición entre moderados, es decir, entre la mayoría presidencial (168 escaños), socialistas (59 escaños) y Los Republicanos (45 escaños).
Aunque juntos no llegarían a los 289 escaños que se necesita para la mayoría absoluta, sí que conseguirían una mayoría relativa que permitiría al presidente Macron legislar bajo una coalición sólida y fuerte para evitar volver al gobierno pasado, que recurrió al artículo 49.3 para aprobar reformas y presupuestos vía decreto sin el voto del Parlamento.
Este sería un nuevo movimiento sorpresa de un presidente que en 2017 ‘dinamitó’ a la derecha tradicional creando su propio partido de centro, La République En Marche (LREM), y que ahora buscaría unir de nuevo a esa derecha moderada.
«Todo me separa de la Francia Insumisa. Jamás haré una alianza con ella», afirmó el presidente durante la campaña. Sin un calendario, este lunes el Palacio del Elíseo ha confirmado que «conforme a la tradición republicana, el presidente esperará a la estructuración de la nueva Asamblea Nacional para tomar las decisiones necesarias».
Se espera que a lo largo de esta semana, el Nuevo Frente Popular presente su candidato a primer ministro.
Una derecha francesa consolidada
En votos, Francia mantiene su deriva a la derecha y, a diferencia del resto de fuerzas, Reagrupamiento Nacional es un partido único con 143 escaños. El resto de fuerzas nacen de la unión de pequeños partidos. Con una extrema derecha que crece en cada convocatoria electoral, la batalla no ha acabado. Marine Le Pen no gobernará por el momento, pero su partido pasa de 89 a 143 escaños, convirtiéndose en una fuerza sólida dentro de la Asamblea Nacional. Y este domigo cosechó su récord de papeletas, con más de 10 millones.
Ya lo avisó Le Pen tras conocerse los resultados de la segunda vuelta de las legislativas: «esto es una victoria aplazada». El partido ya se prepara para las presidenciales de 2027. Por ello, el presidente, consciente de los resultados, ahora busca crear un gobierno de mayoría larga, sin necesidad de absoluta, para gobernar y mantener la barrera «contra los extremos».