La pesadilla de Alejandra Rubio son las matemáticas, un dato que no avala por sí solo su lanzamiento como último fetiche audiovisual. La susodicha guarda un parecido demasiado acusado con Sofía Borbón Ortiz, reforzado por un tratamiento de ortodoncia y rubricado con una estatura por encima del metro setenta. Estas semejanzas razonables permiten rastrear la turbofama de Alejandra y Sofía. Son las chicas Frozen, engalanadas de princesas por un artista gráfico, con la mueca entre irónica y pizpireta de Anna, la segundona sin corona. Y por supuesto, para reinar en la España televisada es más importante ser hija de Terelu Campos que de los Reyes, y aquí es donde nuestra protagonista se vuelve imbatible.

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