Guitarra en una mano y señalándose el corazón con la otra. Haciéndole una reverencia a su público nada más aparecer en el escenario. Antes de que tomara asiento, este le respondió con un cálido aplauso y acto seguido se hizo el silencio para que comenzara la magia.
Y es que esta noche, dentro del marco del Festival de la Guitarra, el Gran Teatro de Córdoba vivió una velada única, y el gran Tomatito acompañado de unos músicos de escándalo fue el artífice de ello.
Un Gran Teatro que, además, se llenó de un público de lo más variado y con edades bastantes diversas, a pesar de tratarse de un espectáculo del flamenco más puro que puede parecer no llegar o interesar a las generaciones más nuevas, pero nada más lejos de la realidad. Incluso había público internacional, y en las últimas filas del patio de butacas se escuchaban idiomas extranjeros alucinando con el poderío de un flamenco tan puro y tan de verdad que es capaz de traspasar cualquier tipo de frontera.
Durante la hora y media de espectáculo hubo tiempo para todo, desde una emoción a flor de piel hasta el “gitaneo” más puro, capaz de quitar por completo el sentío y arrancar a dar palmas a cualquiera.
Tomatito se mostró en todo momento “muy feliz de estar aquí, en un festival tan importante como lo es este festival de la guitarra”, además de muy cercano y humilde, sabiendo en todo momento cuál era su lugar y dejando brillar a todos y cada uno de los que le acompañaban en el escenario.
Encuentro a solas padre e hijo en el escenario
Uno de los momentos más especiales de la velada y que levantó por primera vez a más de uno de sus asientos vino de la mano de un encuentro a solas padre e hijo en el escenario. Encuentro en el que las guitarras parecían llorarte cada nota y las miradas de complicidad y cariño entre padre e hijo eran más que suficientes para llenar por completo el escenario.
José del Tomate, su hijo, también pudo vivir un momento protagonista y tener su espacio a solas en el escenario, recordando además a su tio El Niño Miguel. Apreció en el escenario nada más acabar su pieza un padre que quedó igual de embelesado que los asistentes.
Hubo también lugar para “divertirnos con la guitarra” de la mano de unas bulerías espléndidas, para un recordatorio a Camarón para ya terminar de arrancarse la camisa y volverse completamente loco y como guinda un cante flameco puro de los que erizan por completo gracias a otros dos grandes como lo fueron Morenito de íllora y Kiki Cortiñas en el escenario. Y a Jonatan Cortés con la percusión no se sabía de dónde le salían tantas manos para dar siempre con la correcta.
Una noche más en la que el flamenco cumplió con creces lo esperado.
Por su parte, en el Teatro Góngora, el guitarrista clásico Rafael Aguirre (Málaga, 1984) demostró por qué está tan solicitado y pese a su juventud ha pasado por algunos de los mejores escenarios de todo el mundo, con su personal forma de ver la música y combinar distintos géneros. Aguirre deleitó al público del Festival de la Guitarra de Córdoba, que le aplaudió efusivamente, con un variado programa en el que interpretó piezas de Giuliani, Bach y Mendelssohn, con otras de Chopin, Paco de Lucía, Elías Gutiérrez y Lara.
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