Hasta 75.000 aficionados neerlandeses recibirá Dortmund este miércoles para la semifinal contra Inglaterra. Apenas 100 kilómetros separan esta ciudad renana de la frontera con Países Bajos, por lo que se espera la mayor marea ‘oranje’ de esta Eurocopa. Cada anterior partido de la selección de Ronald Koeman desplegó ya a decenas miles de aficionados, botando de lado a lado de las calles, avenidas y graderíos al son del «Naar links! Naar rechst!“ («Hacia la izquierda, hacia la derecha»). La pirotecnia en las zonas del aficionado está prohibida. Pero ello no ha impedido que surjan columnas de humo naranja, a juego con las camisetas de una entusiasta afición, que en esta Eurocopa se ha ganado el trato de «mascota» pese a la tradicional rivalidad con Alemania.
Que el partido de cuartos contra Turquía, en Berlín, acabara con algunos enfrentamientos no sorprendió. Se temía algo peor, tanto si ganaba como si perdía la selección de Arda Güler. La comunidad germano-turca, con tres millones de ciudadanos en Alemania, festeja sus triunfos con atronadoros festejos y no siempre encaja bien las derrotas. El ambiente estaba enrarecido por la sanción de dos partidos a Mehri Demiral tras haber mostrado el símbolo de los ‘Lobos Grises’, movimiento ultraderechista turco.
Símbolo político
La UEFA castigó con rigor la exhibición de un símbolo político sobre el terreno de juego. Pero luego hubo cierta manga ancha cuando la afición turca lo mostró provocadoramente al siguiente partido. Guste o no, el movimiento de los ‘Lobos Grises’ no está prohibido en Alemania y por tanto tampoco es delito exhibir el controvertido signo. La presencia en el Olympiastadion del presidente Recep Tayyid Erdogan, cuyo gobierno está respaldado por el brazo parlamentario de los ‘Lobos’, no conllevó problemas. Tampoco que le acompañara el exinternacional alemán Mesut Özil, quien lleva tatuado el símbolo ultraderechista. Özil dejó Alemania hace años, tras denunciar racismo en el fútbol alemán. Pasó así de ejemplo de integración a proscrito.
Eran muchos los riesgos sobre el partido. Una marcha de aficionados radicales hacia el estadio fue disuelta por la policía. A la eliminación de Turquía siguió hubo algún ‘autokorso’ de consolación y broncas con los eufóricos ‘oranges’. Pero no llegó la sangre al río. Esa ha sido la tónica dominante de los encuentros calificados como «de alto riesgo».
De Serbia, Hungría y Polonia
Se había desplegado una tenaza preventiva de seguridad. En la primera semana del torneo, las fuerzas de seguridad interceptaron a 1.400 hinchas fichados como hooligans procedentes principalmente de Serbia, Hungría y Polonia. Hubo controles aleatorios en las fronteras y un despliegue de videovigilancia con expertos de media Europa para identificar a sujetos potencialmente violentos.
La marea ‘oranje’ se considera de bajo riesgo, aunque se sigue observando a los siempre conflictivos ingleses. La minoritaria afición de La Roja ha sido, en lo colectivo, modélica y la de Francia, tal vez porque su atención se concentró en la máscara de Kylian Mbappé, no ha dado problemas.