Indiferente a las turbulencias económicas y sociales de Argentina, Javier Milei apuesta al conflicto como estilo y por eso quiere convertir sus aventuras en España en una marca de su política exterior. Así como viajó a Madrid a los efectos de ser una fuente de agitación de la ultraderecha, ajeno a los protocolos que rigen las relaciones entre estados, el mandatario argentino repite este domingo su fórmula en Brasil. Como ha ocurrido con el jefe de Gobierno español, Pedro Sánchez, ahora Milei vuelve a poner en práctica la política del desaire diplomático con Luiz Inacio Lula da Silva. El anarco capitalista decidió aterrizar en el balneario Camboriú para abrazarse con el expresidente Jair Bolsonaro, despreocupado por los efectos de su gesto en los vínculos entre dos socios comerciales de primer orden. Milei prefirió participar de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), junto con Bolsonaro y los ultras José Antonio Kast, de Chile, el mexicano Eduardo Verásategui y otros referentes regionales ante que participar el lunes de la cumbre de presidente del Mercosur, la zona de libre comercio que lideran Brasil y Argentina y que también integran Uruguay y Paraguay. Aunque su ausencia en la cita de Asunción, el próximo lunes tiene supuestas razones asociadas a la política doméstica apunta a subrayar su deseo de no encontrarse cara a cara con Lula. Ambos jefes de Estado fueron protagonistas días atrás de intercambios filosos. Como ocurrió con Sánchez, el argentino corrió las fronteras de la disputa ideológica para ubicarla en el terreno de la agresión personal. La posibilidad de que Brasil obre como España y retire su embajador de Buenos Aires ya no pertenece al orden de lo descabellado.
La reunión precedente de la CPAC tuvo lugar en Washington y encontró juntos a Milei y Donald Trump. El encuentro en el sur brasileño se celebra cuando el republicano se perfila como favorito para volver a la Casa Blanca, tras su debate frente a Joe Biden, y con el trasfondo de las elecciones francesas que muestran a la Reunión Nacional de Marine Le Pen con posibilidades reales de formar un nuevo Gobierno.
La presencia de Milei a Camboriú, conocida como la Dubai brasileña y por ser parte de un estado, Santa Catarina, donde el bolsonarismo arrasó en las urnas, solo provoca curiosidad ante la eventual reincidencia del método que estreno en Madrid y que esta vez podría apuntar contra Lula.
Desastre anunciado
De acuerdo con ´La Nación` las relaciones bilaterales se venían manejando «con cautela» por las cancillerías de los dos países. Por varios meses lograron «establecer espacios de trabajo y cooperación a pesar de las ofensas de Milei al brasileño» durante la campaña electoral y el hecho de que, al asumir la presidencia, invitó a Bolsonaro. «En Brasilia, fuentes del Ggobierno consideran que el argentino es el principal responsable por la crisis bilateral, y que sus ataques a Lula no pueden ser equiparados a la frialdad del presidente brasileño ante algunos gestos de Milei desde que llegó al poder». Lo que ocurre desde hace días, añade la publicación, es «la crónica de un desastre anunciado». Si la tensión no cede, «el paso siguiente sería retirar al embajador de la Argentina (Julio Glinternick Bitelli) y dejar la embajada en manos de un encargado de negocios». En paralelo, «se analizará la situación del nuevo embajador de la Argentina en Brasil, Daniel Raimondi, que llegará la semana que viene a Brasilia». Raimondi todavía no presentó sus cartas credenciales a Lula. Ese trámite podría demorarse.
Milei ha confrontado con Lula, pero también con el colombiano Gustavo Petro y el mexicano Andrés Manuel López Obrador. No faltaron roces con el chileno Gabriel Boric. La semana pasada se ha sumado el boliviano Luis Arce después de que el anarco capitalista pusiera bajo su lente sospechoso el intento de derrocamiento militar.
Bolsonaro hace su propio juego
Así como el argentino hace su juego en la cumbre conservadora, Bolsonaro tiene el suyo. Ambos convergen, pero, además, intentan capitalizar en el frente interno la empatía que los une. «Milei y Bolsonaro en el escenario será una humillación para Lula, ya no podrá ni pisar Santa Catarina», dijo la diputada bolsonarista Júlia Zanatta (PL-SC), una de las oradoras de la CPAC, una reunión organizada por el Instituto Liberal Conservador que maneja el diputado federal Eduardo Bolsonaro.
Su padre ha sido declarado inelegible por el Tribunal Superior Electoral (TSE) hasta 2030 por ataques y mentiras sobre el sistema electoral. A su vez, es investigado por la falsificación de certificados de vacunas contra el Covid-19 y la apropiación de joyas regaladas al Estado brasileño por Arabia Saudita. Pero, por sobre todo, Bolsonaro está involucrado en la causa abierta por el intento de golpe contra Lula, el 8 de enero de 2023. Varios bolsonaristas se han escondido en Argentina y ese es otro frente de fricciones bilaterales.
Si el expresidente es condenado por los sucesos del 8E podría enfrentar una pena de hasta 23 años de fricción. Los grupos más radicales que lo siguen aprovecharon el primer día de la CPAC para defender su liderazgo absoluto. «La prensa que me critica, la gran prensa, una vez más estoy a su disposición, durante dos horas en directo para ser entrevistado sobre cualquier cosa», declaró, sin mencionar directamente las investigaciones de las que es objeto. «Si creen que me van a desgastar, las redes sociales nos han dado libertad, por eso quieren censurarme», dijo. Su discurso fue aplaudido por una multitud al grito de «vuelve, Bolsonaro». El excapitán no puede presentarse a las elecciones presidenciales de 2026. «Lo que tengo es una obsesión con nuestro Brasil». Pero la ultraderecha aspira a mostrar su musculatura en los comicios municipales de octubre.