Superadas las urnas y sin mayorías claras, Francia entra ahora en una nueva fase: la de las alianzas y la posible coalición de gobierno, y en este punto hay una pieza que no encaja: el líder de La Francia Insumisa (LFI), Jean-Luc Mélenchon. Su figura siempre ha generado en el país división de opiniones y rechazo entre otros partidos políticos, incluidas las propias izquierdas. Tras la victoria del Nuevo Frente Popular, donde LFI tiene un importante peso, el líder de los insumisos puso sus primeras condiciones e invitó a Emmanuel Macron a «inclinarse y aceptar su derrota», al mismo tiempo que insistió en que «el primer ministro debe irse».
Con estas declaraciones, Mélenchon demostró este domingo que sigue siendo el líder de las izquierdas y lo hace sabiendo que cuenta con un amplio apoyo popular y una importante capacidad de movilizar las calles. Tras los resultados, miles de personas se concentraron en la plaza de la República de París para celebrar esa remontada histórica de las izquierdas al grito de «el pueblo unido jamás será vencido». En el bastión insumiso, aunque no perdían la esperanza, nadie auguró tal remontada.
El fusible que casi acaba con el cordón sanitario
Fundador de La Francia Insumisa, Mélenchon es una figura clave en la izquierda francesa y el fusible que casi hizo saltar por los aires el cordón sanitario en estas elecciones legislativas. «Si no estuviera Mélenchon… votaría al Nuevo Frente Popular. Para mí es demasiado», afirmaba unos días antes de la segunda vuelta Nicolás, un joven parisino, a la pregunta de qué le parecía esa coalición de izquierdas y si votaría por ella. Sin embargo, este domingo frente al colegio electoral del distrito 17 de París, Jean Paul contaba para EL PERIÓDICO: «Ahora mismo, con la extrema derecha a las puertas, para mí la única vía es el Nuevo Frente Popular».
Todos los ojos miran ahora al líder de los insumisos, quien podría de nuevo hacer saltar todo por los aires o, como afirmó la constitucionalista Marie-Anne Cohendet en una entrevista de Radio Francia, «comportarse como un adulto«.
El equilibrio incluso dentro de La Francia Insumisa es complicado; por un lado, están los seguidores de Mélenchon y, por otro, aquellos menos numerosos, como François Ruffin, que se han distanciado voluntariamente para intentar reunir los votos centristas en la segunda vuelta. También están los que se distanciaron obligatoriamente tras una purga del partido, como Raquel Garrido. Casos que denotan que, a pesar de la victoria en las legislativas y el apoyo de las calles, la campaña ha dejado heridas abiertas entre los insumisos que tendrán que tratar de cerrar cuanto antes, especialmente antes de poner sobre la mesa el debate sobre quién debe ser el próximo primer ministro. Mélenchon afirmó estar listo para serlo e insistió: «No me excluyo, pero tampoco me impongo», aunque fuentes cercanas a la unión de izquierdas lo descartaron por completo.
Un «peligro» para Francia
Si Mélenchon ya genera dudas y desacuerdos entre la izquierda, para la derecha supone un «peligro para la nación». «La Francia Insumisa es un peligro para la nación, como Reagrupamiento Nacional es un peligro para la República», afirmó el ministro de Economía, Bruno le Maire, durante una entrevista. «Jean-Luc Mélenchon es un gran problema», afirmó Raphaël Glucksmann, eurodiputado de PS-Place Publique.
La cuestión es que el líder de LFI puede llegar a ser un escollo para forjar una coalición entre la mayoría presidencial y la unión de izquierdas. Es difícil visualizar, pero no imposible, al macronismo pactando con La Francia Insumisa tras afirmar que su programa, junto con el de la extrema derecha, llevarían al país a una posible «guerra civil» o después de llamarles «inmigracionistas».
Sus políticas contra la reforma de pensiones, el aumento de salario mínimo, su propuesta de renegociar los tratados europeos para permitir políticas económicas más flexibles, o su lucha por sacar a Francia de la OTAN le han ayudado a ganar votos y crecer en la política. Aunque también ha generado fuertes críticas en los últimos meses por su posición sobre Palestina, y desde algunos sectores se le ha tachado de antisemita.