Novak Djokovic, como la selección inglesa, comenzó perdiendo su partido ante Alexei Popyrin y tuvo que remontar. El serbio, al que pararon el partido durante unos instantes para celebrar el pase de Inglaterra a semifinales de la Eurocopa, se deshizo del australiano y vuelve a octavos de final de Wimbledon por octava edición consecutiva (4-6, 6-3, 6-4 y 7-6 (3))
El siete veces campeón no muestra achaques físicos ni problemas en la rodilla, que continúa protegida por la rodillera, pero sí deja lagunas de juego que este sábado aprovechó Popyrin, quien ya le arrebató un set en Australia en enero, para volver a rascarle un parcial.
El australiano convirtió la única oportunidad de rotura en todo el parcial para tomar ventaja ante Djokovic, claramente frustrado tras volver a dejarse un set ante un tenista inferior. Esta vez, el traspiés era más peligroso, porque Popyrin es un sacador más que decente y un jugador que, por su procedencia, gusta de esta clase de pistas.
El problema de Popyrin es que es una de las tantas promesas que nunca han cumplido con lo prometido. Campeón de Roland Garros júnior en 2017, Popyrin, a sus 24 años, nunca se ha metido entre los 35 mejores del mundo y ante la oportunidad de derribar a Djokovic -tuvo bola de ‘break’ para coger ventaja en el segundo set- hizo lo que casi todos hacen ante el serbio, claudicar.
Mientras Inglaterra empataba con Suiza en Alemania, Djokovic iba incrementando su nivel. Cuando los ingleses certificaron el pase a semifinales en penaltis, el partido en la central se paró unos instantes. Una ovación recorrió la grada con 4-1 para Djokovic y bola de ‘break‘. El serbio, al que no molestan estos contratiempos, bromeó con su rival e imitó que le lanzaba un penalti.
Estos gestos son extraños en un torneo tan tradicional como Wimbledon, donde incluso las persianas de la sala de prensa, donde hay televisiones con los partidos de la Eurocopa, se bajan para evitar que los aficionados se peguen a las ventanas para seguir los encuentros.
La imagen de Djokovic imitando el penalti denotaba cierta tranquilidad. Mostraba a un hombre seguro de sí mismo, al tiempo que su hija leía un libro en las gradas. Había confianza en papá.
Y papá cumplió. Djokovic, desde el 1-1 del segundo set no volvió a permitir ni una sola bola de ‘break’ y selló el partido en el desempate.
A trancas y barrancas, Djokovic ya está en la segunda semana del torneo.
En octavos de final, Djokovic tendrá a un viejo conocido, Holger Rune, que remontó dos sets en contra al sacador Quentin Halys (1-6, 6-7 (4), 6-4, 7-6 (4) y 6-1). El francés, pese a conectar 29 saques ganadores, se arrugó en el desempate del cuarto y se vino abajo ante Rune, que se enfrentará por sexta vez en su carrera a Djokovic, al que ha batido en dos ocasiones, en París-Bercy 2022 y en Roma 2023.