Nicolás Maduro, su principal oponente, Edmundo González Urrutia, y otros ocho candidatos, algunos de ellos completamente decorativos, iniciaron este jueves formalmente su campaña electoral con vistas a los comicios del 28 de julio. Maduro y los otros aspirantes a la presidencia tienen tiempo hasta 72 horas antes de la contienda para convencer a una sociedad que oscila entre la resignada inercia favorable a la continuidad y una dosis de anhelo de cambio que solo las urnas verificarán en 23 días.
Las encuestas le asignan a Gutiérrez Urrutia, el abanderado de la Plataforma de Unidad Democrática (PUD) chances de frustrar la reelección del hombre que ocupa hace más de una década del Palacio de Miraflores. El madurismo descalifica los sondeos de opinión y confía en que el aparato estatal y una batería de promesas de prontas venturas hagan olvidar las penas y la pauperización. La economía inició la senda de la recuperación en 2023 sin alterar las situaciones de gravosa asimetría social y pobreza provocada por una caída brutal del 75% del PIB. El Gobierno atribuye el derrumbe al conflicto interno y las sanciones externas. Este año, la economía crecerá un 8% sobre la base de la dinamización de la actividad petrolera, ayudadas por las inversiones de la Exxon y otras firmas extranjeras. Con esas previsiones, Maduro dijo en su primer día de proselitismo oficial que se vienen «siete años» de «prosperidad».
El candidato del Partido Socialista Unido (PSUV) y el Gran Polo Patriótico estuvo en Caracas y el estado de Zulia, lindante con la capital. «Tengo las riendas de la nueva economía en mi mano. Sé lo que hay que hacer». Maduro se congratuló de la «fuerza del pueblo» que salió a su encuentro. «Viéndolos a ustedes veo presente a Hugo Chávez Frías». Su reelección es apoyada por «los valientes, los patriotas, los que amamos a Venezuela». El mandatario recordó el impacto de la «guerra económica», la derrota parlamentaria en 2015, y el papel que, dijo, desempeñó la oposición al punto de «exigir» agresiones militares. El 28 de julio, dijo, el PSUV «se la va a cobrar» a la derecha.
González Urrutia también estuvo en otra zona capitalina. Lo acompañó María Corina Machado, a estas alturas su gran validadora ante la sociedad. Machado había ganado la primera opositora. Una maniobra judicial dejó a la derechista fuera de carrera y ella endosó su popularidad en el exdiplomático, quien pasó el estricto filtro del Consejo Nacional Electoral (CNR). «Cuidar la esperanza es un desafío de todos«, dijo el abanderado de la PUD a sus seguidores. «Sabíamos que lograr el cambio en Venezuela no sería una tarea fácil, pero hay algo que nos da esperanza a quienes estamos en esta ruta y es el compromiso que vemos en cada uno de ustedes», añadió en el marco frente a una multitud. «Esto no lo para nadie», aseguró por su parte Machado, quien recorre todo el territorio en nombre de González Urrutia.
Exigencias y transgresiones
La CNE recordó que todos los candidatos participan en las mismas condiciones de equidad y, como tales, deben someterse durante la campaña a una serie de restricciones. Los contendientes tienen solo 21 días para realizar actos públicos. Esa exigencia ha sido trasgredida desde hace meses, en especial por el oficialismo.
Maduro no solo ganó la calle e inauguró obras. Mantuvo su programa televisivo semanal y, a la vez, se ha promovido hasta hace dos semanas el reality show ´Factor M`. Doce participantes resultaron ganadores y se sumarán con sus canciones a la campaña presidencial. «Lo más bonito del programa es poder ver a nuestro pueblo y el amor que sienten hacia la patria y al Presidente«, explicó el presentador, Wiston Vallenilla, sobre la naturaleza del programa de cual participaron 35 cultores del merengue, el calipso, el rap, el reggaetón y la música pop. «El que nos protege, Súperbigote, nuestro superhéroe Súér Bigote», cantó uno de los aspirantes al reconocimiento oficial. «Vamos con Nicolás Maduro presidente”, pidió otra aspirante entre meneos que las pantallas repiten a toda hora. «Nicolás es el que va a ganar», proclamaron unos raperos. «Talento puro, y ahora, vamos para las tarimas», se congratuló el presidente, convencido que en estos 25 días esas canciones de «amor» a la patria, pero también a él mismo, serán decisivas a la hora de votar.
Negociaciones con Washington
El comienzo de la campaña ha coincidido con un episodio que ha desacomodado a la oposición. El pasado miércoles una delegación del Gobierno tuvo un encuentro virtual con sus pares de Estados Unidos. Se convino ahondar el intercambio, en algún momento presencial. Caracas y Washington expresaron la voluntad de «trabajar de forma conjunta para ganar confianza y mejorar las relaciones». La conversación bilateral descolocó a la PUD. Mucho más perturbadoras fueron las palabras alusivas de Maduro y su número dos, Diosdado Cabello. «Ellos allá saben quién va a ganar las elecciones presidenciales», dijo el presidente sobre la sorpresiva cita. «Ellos están hablando con el ganador, con el que se queda», sostuvo Cabello.
Machado, una de las dirigentes que ha tenido mayor sintonía con las distintas administraciones norteamericanas, cuestionó el «interés repentino» de Maduro por retomar el diálogo con la Casa Blanca. «¿Por qué ahora este interés repentino de restablecer las conversaciones? No lo sé y no quiero especular. Cada quien tiene sus interpretaciones, lo importante es lo que salga de ello», dijo al diario El Tiempo de Bogotá. Lo que ni Machado ni otros dirigentes opositores se han atrevido a preguntarse en voz alta tiene que ver con las razones que ha encontrado la administración de Joe Biden para explorar posibles puntos de acercamiento.
«Una negociación se concreta cuando hay un intercambio de cosas entre dos partes interesadas. No hay ninguna posibilidad de que eso ocurra sin que ambas partes crean que están ganando algo que vale más que lo que entregan«, señaló el analista Luis Vicente León. Washington, especuló el consultor, «buscaría asegurar» que en el último tramo de la campaña no tuviera lugar una inhabilitación «pues cree que con esto se garantiza el triunfo opositor». El Gobierno, en tanto, obtendría «la garantía de reconocimiento de la comunidad internacional» si logra controlar los comicios. «Si la oposición tiene razón y no hay forma de que Maduro fulmine la diferencia de preferencias, lo mejor es que Maduro no lo crea y esté dispuesto a medirse. Es la única manera de que la estrategia oficial no sea evitar la elección e irnos por un escenario mucho más espinoso. Y si Maduro tiene razón y su ingeniería electoral, mezclada con su control institucional, le es suficiente para declararse ganador, esta fue una vía para que haya puentes de negociación que no se cierren y se pueda evitar un conflicto, de otra manera muy probable».