Después de años ganando terreno en el panorama político británico, el laborista Keir Starmer ha estado llamado este jueves a hacerse con una aplastante victoria en las elecciones de este jueves, en una cita a la que el gubernamental Partido Conservador llega en un pésimo estado de salud política.

Starmer es otro perfil de político, más centrista y europeísta. Una postura que ha ido consolidándose desde que llegó al cargo tras la suspensión del otrora líder Jeremy Corbyn en el marco de un escándalo sobre antisemitismo en el seno de la formación, que espera regresar el poder tras 14 años de turbulentos gobiernos ‘tories‘, y aprovechando la caída a mínimos históricos de la popularidad del actual primer ministro, Rishi Sunak.

Así, las expectativas de los laboristas han estado completamente depositadas en este político de 61 años, para volver a encumbrarlos a una mayoría absoluta que podría superar incluso la obtenida en 1997 por el entonces candidato Tony Blair, según mostraban las encuestas sobre intención de voto.

Un perfil más moderado

El que fuera durante nueve años diputado de la oposición ha optado por una figura más moderada, retornando a un discurso más serio y clásico, sin histrionismos ni excentricidades, antagonista de figuras como Boris Johnson o Nigel Farage. A su vez, el país ha atravesado diferentes situaciones muy complicadas en tiempo reciente: la salida efectiva de la Unión Europea, la pandemia de coronavirus y la crisis económica derivada de la invasión rusa de Ucrania. Es por ello que ahora aboga por la «estabilidad» en su sentido más amplio; desde la esfera política hasta la económica. Con esta nueva visión, su objetivo es movilizar al grueso del electorado británico, algo que parece que va a conseguir.

Starmer lleva años mostrando una férrea oposición a las políticas de Sunak, quien durante el debate electoral de la semana pasada habló de una posible subida de impuestos si era Starmer el ganador de los comicios. Sin embargo, al conservador le ha aflorado un escollo: su duro y difícil de justificar programa migratorio. A esto se suma la reciente polémica por el escándalo de las apuestas sobre las fechas de las elecciones, que ha llevado a la Justicia a investigar a varios miembros del partido.


Los últimos sondeos ya daban a su partido un 42 por ciento de los votos, frente al 21 por ciento de los apoyos que obtendrían los conservadores, seguidos por el ultraderechista Reforma, del polémico Nigel Farage, y los liberaldemócratas. Por detrás se encuentran los Verdes y el Partido Nacional Escocés (SNP).

Peor resultado electoral de los Conservadores

Las proyecciones de encuestas ya determinaban, a su vez, que los conservadores podrían obtener su peor resultado electoral ante el repunte de los laboristas, que podrían pasar a contar con 425 diputados en la Cámara de los Comunes, muy por encima de los 326 necesarios para hacerse con la mayoría absoluta. Este aumento se presentaba como un incremento de más de un centenar de escaños respecto a los comicios de 2019, una subida histórica.

Desde que Sunak convocó las elecciones han pasado tan solo seis semanas, momento en el que Starmer contaba con 22 puntos de ventaja sobre él. Ahora la distancia que separa a ambos candidatos en las encuestas es algo inferior que al inicio de la campaña, pero sigue siendo muy amplia y nada parece entorpecer la victoria del laborista moderado. Por su parte, el propio  Starmer califica la campaña conservadora como una estrategia «desesperada». A su vez, Starmer también ha sido partidario en el último mes de la aplicación de políticas socialistas, lo que ha provocado duras críticas entre algunos de sus compañeros, algunos de los cuales siguen apoyando a Corbyn después de que el actual líder rechazara la readmisión de su predecesor en noviembre de 2020.

Por su parte, el propio Corbyn se ha presentado este jueves como candidato independiente por la circunscripción de Islington Norte, la cual ha representado durante más de 40 años. De su reelección depende el futuro del ala más izquierdista del partido, que se sigue negando a ceder ante la reformulación del partido a manos de Starmer.

El panorama en Europa

A su vez, las elecciones británicas llegan en un contexto convulso en Europa. Los resultados de la primera vuelta de los comicios en Francia han situado a la extrema derecha en primera posición, y aunque queda la segunda ronda, los de Le Pen lo tienen todo de cara para proclamarse ganadores. Esto ha llevado a Starmer a hacer un llamamiento a la población para evitar un Gobierno conservador en Reino Unido y le ha permitido destacar la importancia de la izquierda en política: «Solo las respuestas progresistas pueden resolver los problemas de la población».

El primer ministro francés, Gabriel Attal, en un acto de campaña electoral. EP.


Sin embargo, Starmer ha reconocido que los laboristas tendrán que «actuar con rapidez» a la hora de poner en marcha sus principales políticas en cuanto salgan a la luz los resultados de las elecciones si se hacen con la victoria, debido a su urgencia. Otras cuestiones, ha matizado, podrían llevar «más tiempo». Regresando a Francia, Starmer ha argumentado que los resultados de los comicios franceses son un síntoma de la «desafección» de la población hacia la política, una cuestión que se ha generalizado en muchos países del continente. «Ya no confían en los políticos», ha lamentado, antes de explicar que es necesario «abordar los problemas de aquellos que han sido ignorados durante tanto tiempo«.

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