España no ha derrotado a Alemania, la ha sobrevivido. Tras la broma del pasado domingo para aplastar a Georgia, llegaba de sopetón una final anticipada. Era preferible padecer una decepción asumible en cuartos a sufrir un chasco irrecuperable de aquí a diez días. Sin embargo, la feliz naturalidad española es incompatible con la derrota, y la Selección habrá sido triple campeona de Europa en diez días si acaba ganando el torneo. Por resumir el planteamiento del rival, los alemanes querían clasificarse a patadas.
En la poco prometedora primera mitad, costaba anticipar que España se adelantaría en el marcador tras el descanso, pero Lamine casi lamina a Alemania. Los alemanes habían planteado el partido como una guerra psicológica. Bordeando la violencia, golpearon literalmente a los españoles para frenarlos primero y neutralizarlos después. Querían matar el partido, sin reparar en las víctimas colaterales. Kroos, un jugador apañado pero sobrevalorado que forma parte de la lista de oro con más Champions que Ligas, agredió a Pedri instintivamente, como si su única culpa fuera su militancia barcelonista. La retirada forzosa del frágil canario resultaría contraproducente para los alemanes, pero esta historia merece párrafo aparte.
El sustituto Olmo ofrecía una excitación adicional, que vibraba en fase con Nico/Lamine, los Lennon/McCartney de España. El barcelonista fabricó la jugada que remachó el delantero del Leipzig. En honor a la verdad, Neuer también colaboró al comprometer una estirada tardía digna de Joe Biden. Los años también pasan para los mejores, al guardameta alemán le sobrevoló a continuación un balón que no supo medir. Por una vez en la trayectoria estelar de la Selección en la Eurocopa, no podía hablarse de merecimientos. Nico yLamine suman un treintañero, pero Luis de la Fuente escindió la pareja y desactivó su masa crítica con la intrusión por la banda izquierda de Cucurella, que estorbaba al bilbaíno, inigualable cuando se ofrece con el balón adelantado.
España pudo ganar a Alemania porque Alemania no podía ganar a España. En términos estadísticos, los jugadores españoles se están desempeñando por encima incluso de sus actuaciones en la empresa privada, incluso cuando el seleccionador cometió la torpeza de sustituir prematuramente a Lamine y Nico. en cambio, los alemanes se estancaron por debajo de sus leyendas. Eso sí, sin el berroqueño Rodri, es probable que la Selección no hubiera llegado indemne al descanso. Ni al final.
España alcanza su segunda final de la Eurocopa habiendo atravesado la prueba más dura, que no eran los jugadores alemanes sino los defensas centrales españoles. El talón de Aquiles estaba compartido por Laporte y Le Normand, que a menudo son meros acompañantes de sus delanteros respectivos. En el empate de sobremesa, los defensores españoles contemplaban los acontecimientos en asiento de palco, pero sin plantearse la hipótesis de intervenir para salvar a su país de la quiebra. Era un empate que olía a derrota, con el seleccionador desencajado tras agotar su bolsa de trucos. La Alemania de Kroos quería ganar como el Madrid de la Champions. Por fortuna para España, el fútbol es un deporte que no admite de inercias. Con la afición resignada a una derrota por la mínima o al calvario de los penaltis, un inesperado Merino le arrebató el protagonismo de ariete a Joselu y obró el milagro alemán, porque el prodigio español ocurrió en Alemania.