El ministro principal de Escocia y líder del Partido Nacional Escocés (SNP), John Swinney, afirmó que ganar la mayoría de los escaños en las elecciones del Reino Unido le otorgaría un mandato para abrir negociaciones con el nuevo gobierno laborista y avanzar en su hoja de ruta hacia otro referéndum de independencia. Pero la realidad que han deparado las urnas ha sido muy distinta: los independentistas escoceses han perdido una quinta parte de sus escaños en la Cámara de los Comunes y, por primera vez, han dejado de ser la primera fuerza de Escocia.
El SNP ha perdido su dominio en Escocia al dejarse nada menos que 38 diputados y quedarse con solo 9 escaños, frente a los 48 que habían obtenido en las elecciones de 2019. El grueso de la representación escocesa ha ido a parar a los laboristas, que han ganado 37 de los 57 asientos que tiene Escocia en el Parlamento de Westminster. En porcentaje de voto, el independentismo solo ha retrocedido un punto y medio, pero el castigo ha sido mayor por el sistema electoral británico, por el que el partido ganador en cada circunscripción se adjudica el escaño.
El siguiente mapa interactivo refleja el contraste entre la hegemonía del SNP en las elecciones británicas de 2019 y el nuevo dominio laborista.
Por su parte, en Gales, los conservadores ya no tendrán ninguno de los 32 escaños que le corresponden a esta región en Westminster después de que los laboristas dominasen los resultados con 27 asientos. En Irlanda del Norte, de los 18 escaños que tiene la provincia británica en el Parlamento, siete fueron para el partido republicano Sinn Fein, si bien esta formación no los ocupa porque no jura lealtad al rey Carlos III debido a su reivindicación de la reunificación con Irlanda.