¿Se puede llegar a gobernar Reino Unido siendo un misterio? Keir Starmer está a un paso de convertirse en el primer primer ministro laborista en 14 años y hasta podría superar la histórica victoria de Tony Blair en 1997; si las encuestas que vaticinan una ventaja laborista de más de 20 puntos se hacen realidad. Sin embargo, en la opinión de muchos, la hazaña de Starmer no demostraría su popularidad tanto como el enorme deseo del electorado británico de apostar por el cambio.

Descrito como “serio”, “diligente” o “gerente”, Starmer carece del carisma que impulsó las trayectorias de Tony Blair o el propio Boris Johnson. Gran parte de la población ignora que el exabogado no ha trabajado siempre en política (casi un 25%), es de clase humilde (62%) y un gran fanático del fútbol (56%), según datos de Public First. A pesar de su perfil bajo, Starmer ha logrado dos cosas que hace cinco años parecían casi imposibles: reunificar a los laboristas y liderar las encuestas. Su suerte la marcó el momento en el que apareció en escena presentando una alternativa seria y formal a los gobiernos de Johnson, Liz Truss y Rishi Sunak, marcados por escándalos como el partygate y políticas polémicas como el acuerdo del brexit.

Los orígenes

Hijo de un fabricante de herramientas y una enfermera con una enfermedad crónica, Starmer creció con sus tres hermanos en Surrey, una localidad a las afueras de Londres. De orígenes humildes, fue la primera persona de su familia en obtener un título universitario. El líder laborista de 61 años ha recordado en varias ocasiones las dificultades económicas por las que pasó su familia, quizá en un esfuerzo por contrastar con Sunak y su carrera en la banca de inversión. “De pequeño, nunca tuvimos mucho. No podíamos pagar nuestras facturas”, dijo Starmer en SkyNews.

Con nombre de político, Starmer tardó más de 50 años en presentarse como candidato en unas elecciones. Sus padres siempre apoyaron al Partido Laborista y se dice que le pusieron su nombre en recuerdo del primer líder parlamentario del partido, J. Keir Hardie. Starmer estudió Derecho en las universidades de Leeds y Oxford, especializándose en derechos humanos. En los años siguientes trabajó en casos sonados contra empresas como Shell y McDonalds (en el caso McDifamación) y aconsejó en los procesos legales que precedieron a la eliminación de la pena de muerte en Uganda y contribuyeron a la pacificación de Irlanda del Norte tras el Acuerdo del Viernes Santo. En 2002 fue nombrado consejero de la reina y, cinco años después, se puso al frente de la Fiscalía de la Corona, puesto por el que fue nombrado caballero, obteniendo el título de sir Keir Starmer.

Impacto en política

Quizá el mayor logro de la carrera política de Starmer hasta la fecha ha sido reunificar el Partido Laborista. El político fue parte del grupo de 21 miembros del partido que dimitieron de sus puestos en 2016 como protesta ante el liderazgo de Jeremy Corbyn; aunque se reincorporó poco después como “ministro en la sombra” del brexit. Tras el fracaso laborista en las elecciones de 2019, Starmer fue elegido como nuevo líder del partido. En los últimos cinco años, Starmer ha impuesto disciplina en el partido y lo ha alejado de las posturas más progresistas de Corbyn, redirigiéndolo hacia el centro político. Esto le ha llevado a recibir críticas por traicionar sus promesas de facilitar el acceso gratis a la universidad, hacer grandes inversiones para reducir emisiones o su postura ambigua sobre la situación en Gaza, pero también le ha permitido acercar su partido a nuevos votantes, impulsándolo hacia Downing Street.

“Un voto por el laborismo es un voto por la estabilidad política y económica”, dijo Starmer nada más empezar la campaña electoral. Sus promesas más destacadas son estabilizar la economía, reducir la cola de acceso a la seguridad social, contratar más profesores, crear una empresa nacional de energía o reforzar las fronteras. Sin embargo, su probable victoria es más una consecuencia del desmoronamiento del Partido Conservador, que un logro personal. Frente a un partido dividido que ha visto pasar a cuatro primeros ministros en cinco años y ha protagonizado escándalos como el partygate o las investigaciones sobre las apuestas del día de las elecciones, los laboristas presentan a No Drama Starmer, y prometen el equilibrio perfecto entre continuidad y cambio. Starmer será un orador seco, que no genera emoción en su público, pero ofrece algo que los tories han perdido: credibilidad. Dada la difícil situación económica que arrastra el país, Reino Unido está cansado del espectáculo. En el caso de Starmer, ser aburrido es su gran virtud.

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