Desde hace unos años, el pan gallego cuenta con la Indicación de Origen Protegida, el cual implica cumplir una serie de requisitos que aseguren unos estándares de calidad. Esta nueva etiqueta lo define como «aquel pan producido en la comunidad autónoma de Galicia de corteza crujiente y dureza variable en función del formato, miga esponjosa y alveolado abundante e irregular, que se elabora de forma artesanal con harina de trigo blando».

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