Reino Unido ha puesto fin este jueves a 14 años de hegemonía conservadora en Downing Street con un resultado que, según los sondeos a pie de urna, será histórico a las dos grandes fuerzas. La encuesta de la BBC pronostica que el candidato laborista, Keir Starmer, habría obtenido una aplastante mayoría absoluta con 410 escaños de los 650 de la Cámara de los Comunes, cerca del récord de 418 que cosechó Tony Blair en 1997. En consecuencia, el actual primer ministro, Rishi Sunak, podría encajar el peor resultado de los ‘tories’ con 131 diputados.
El Partido Laborista se ha esforzado en capitalizar el desgaste de un Partido Conservador que ha sido incapaz de cumplir con muchas de sus promesas y que se ha visto sacudido por los escándalos y las divisiones internas en los últimos años. Las políticas de austeridad, el Brexit, el deterioro de servicios públicos como la sanidad o la educación y el aumento del coste de la vida han pasado factura a los ‘tories’ y han puesto las cosas muy difíciles para el primer ministro, Rishi Sunak, quien cogió las riendas de la formación en uno de sus peores momentos. Lejos de mejorar la imagen de su partido tras las dimisiones de Boris Johnson y de Liz Truss, Sunak ha hundido todavía más al partido con una política migratoria fallida y con una economía que no ha acabado de despegar.
A los fracasos de los gobiernos conservadores se ha sumado la apuesta de Starmer por la estabilidad económica y por la moderación y a sus esfuerzos por desvincularse de su predecesor en el cargo, Jeremy Corbyn, quien obtuvo una de las peores derrotas del Partido Laborista en 2019. El giro al centro y la ruptura total con la anterior dirección han permitido al líder laborista atraer a los votantes más cercanos al centro liberal y mantener al mismo tiempo a una parte importante del electorado tradicional de la izquierda, que lo sigue viendo como la mejor alternativa a los gobiernos del Partido Conservador a pesar de discrepar en materias como la identidad de género o la política exterior.
El resultado de esta noche ha abierto las puertas de Downing Street al Partido Laborista por cuarta vez en su historia. Pero los retos de Starmer serán mayúsculos. El previsible nuevo primer ministro confía en acelerar el crecimiento económico a través de inversiones en vivienda e infraestructuras y poder cumplir con su promesa de mejorar la delicada situación de los servicios públicos, pero por ahora las previsiones no son muy esperanzadoras. El Partido Conservador, por su parte, se enfrenta a un proceso de renovación que comenzará con la elección de un nuevo líder y con la definición de un nuevo rumbo político, una tarea no exenta de dificultades y que amenaza con abrir una nueva brecha interna en los próximos meses.
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