Rishi Sunak. / EFE

La izquierda siempre es una excepción, o una usurpación según el historiador Gabriel Jackson. Sin embargo, la victoria de los laboristas venía garantizada en un Reino Unido de estirpe conservadora. El veredicto inusual estaba sellado de antemano. La ITV no es uno de los pseudomedios que anda olisqueando Pedro Sánchez para suprimirlos, pero esta semana tuvo la desfachatez de preguntarle a Rishi Sunak cuál sería su última comida como primer ministro. Es una ingeniosa manera de plantearle una condena a muerte solo pendiente de la ejecución. El reo ni se inmutó. La respuesta espartana fue «sandwiches». No faltarán conspiranoicos que atribuyan el descalabro que convierte al multimillonario en el primer jefe de Gobierno británico con su propio escaño en vilo a que los lunes ayunaba, por razones no religiosas.

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