Es un cambio significativo en el nuevo Ejecutivo que lidera el lehendakari Pradales. El final de ETA y el posterior ciclo de construcción de una memoria justa sobre lo ocurrido durante décadas de terrorismo se inició y desarrolló en tiempo de los Gobierno de Iñigo Urkullu. La cartera de convivencia y memoria siempre llevó el sello del PNV. Sin embargo, en el nuevo ciclo que ahora comienza es el PSE, el socio de coalición de los nacionalistas, quien asume esta responsabilidad.

Uno de los primeros pronunciamientos sobre cuál será el eje por el que los socialistas quieren avanzar en este ámbito lo dibujó este jueves la nueva titular de Justicia, María Jesús San José: “¿Cuánto odio queda escondido en los hogares? ¿Cómo debemos atajarlo?”, se preguntó ayer durante un acto celebrado en el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo.

La Consejera participó en la inauguración de la exposición que con motivo del 50 aniversario del atentado contra la Cafetería Rolando, perpetrado por ETA el 13 de septiembre de 1974, detalla las circunstancias la que se produjo la que es considerada primera matanza provocada por la banda terrorista: 13 víctimas mortales y 70 heridos.

“Euskadi no está definitivamente vacunada”, alertó San José. Recordó que aún se viven episodios de odio y violencia que revelan la existencia de un sustrato acumulado durante años de violencia, “sólo si lo recordamos y lo reconocemos sentaremos las bases para que no se repita”. En este sentido, citó los episodios de las pintadas que contra el nuevo consejero de Seguridad, Bingen Zupiria, aparecieron horas después de su nombramiento, “zipaios en lucha” y “tiro en la nuca”, o el capítulo ocurrido en Oñati esta semana en la que un niño simulaba disparar con una escopeta a un cabezudo que representaba a un guardia civil.

Gestionar «un pasado sucio»

San José apela a la necesidad de que la sociedad vasca sea capaz de “saber gestionar su pasado sucio” y saber enfrentarse de frente a “las injusticias perpetradas en su nombre” durante tanto tiempo: “La calidad de nuestra democracia se medirá en relación a la respuesta que seamos capaces de dar”. Una reflexión y proceso que recuerda que no sólo la sociedad vasca debe a las víctimas sino también a las nuevas generaciones que no padecieron la violencia de ETA y ante la pregunta de “¿dónde estuvimos nosotros cuando todo eso pasaba? El silencio jamás podrá ser la respuesta”.

El impulso a una memoria que incluya la verdad histórica y rigurosa de lo ocurrido es uno de los objetivos que el Ejecutivo quiere impulsar, “para neutralizar las pasiones, arrinconar los viejos relatos de héroes y traidores que tanto daño han hecho a esta sociedad”. En su intervención reivindicó a figuras como las de Mikel Unzalu, referente de Euskadiko Ezkerra, movimiento procedente de ETA-PM y que tras el brutal atentado de la cafetería Rolando de Madrid “entendió lo absurdo de la violencia y que ni en el franquismo ni después nadie merecía ser asesinado, ni un torturador ni un terrorista y que la dictadura no justificaba el terrorismo ni ninguna vulneración de derecho humano”.

La intervención de la consejera ha tenido lugar durante el acto de presentación de la muestra que el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo de Vitoria acoge sobre el atentado contra la cafetería Rolando de 1975. «Era viernes, 13 de septiembre de 1974, cuando sobre las dos y media de la tarde se perpetró el atentado que nos cambiaría para siempre. La madrileña calle del Correo se llenó de escombros, de dolor y vidas y sueños truncados», así ha recordado en la presentación de la muestra Alicia Gómez, hija de Francisco Gómez, cocinero de la cafetería asesinado aquel día cuando tenía 30 años.

Las víctimas tuvieron que «aprender a vivir de otra manera», unas con «heridas físicas y psicológicas perpetuas» y las familias de los muertos «con la soledad impuesta de los ausentes». «Todos con el alma rota», con «una mochila llena de rabia y de preguntas sin respuesta» pero también con «dignidad», ha relatado. Alicia Gómez ha confesado haber sentido «soledad» y «la sensación de ser las víctimas olvidadas», pese a lo cual siempre mantuvo la «fe en que los valores democráticos, la libertad y la unidad institucional acabaran con la barbarie y la sinrazón de ETA». «Al final, como en las películas, ganaron los buenos», ha resumido.

‘Rolando 2:15-2:45’

Las víctimas de este atentado nunca fueron resarcidas jurídicamente y tuvieron que «contemplar la impunidad en la que han vivido los verdugos». Es más, ETA no reconoció su responsabilidad en la matanza hasta 2018.

El título de la muestra, ‘Rolando 2:15-2:45. 50 años de la primera masacre de ETA», hace referencia a la anotación que la Policía encontró en la agenda del etarra José María Arruabarrena Esnaola, Tanque, con la franja horaria del mediodía, la de mayor afluencia de público en la cafetería («Rolando 2:15-2:45»). La exposición está estructurada en 22 paneles que hacen referencia a los diferentes hitos del atentado y cuentan las historias de las 13 víctimas mortales.

Hay también elementos vinculados al comando terrorista, como una maqueta de los locales afectados por la explosión, una reproducción de la maleta-bomba utilizada, uniformes de la época de los servicios sanitarios y bomberos, así como billetes de tren, facturas y manuales de instrucciones utilizados por ETA para perpetrar el atentado.

Las víctimas de este atentado «son las grandes olvidadas» ya que no tuvieron ayuda económica ni psicológica y tampoco justicia porque los terroristas «no fueron juzgados y no se arrepintieron», ha señalado por su parte Gaizka Fernández Soldevilla, comisario de la muestra y responsable del Área de Archivo del Centro Memorial. «Nuestro deber era resarcir a estas víctimas» con esta muestra, que puede visitarse hasta el 22 de septiembre, ha subrayado.  

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