La prohibición de la utilización de fueloil en el transporte marítimo por aguas del Ártico entró en vigor este lunes 1 de julio, una medida que fue adoptada en 2021 por la Organización Marítima Internacional (OMI) de Naciones Unidas, pero que puede tardar en ser efectiva en su totalidad hasta 2029 por una serie de excepciones.
«Es una pequeña victoria, pero no suficiente», según expertos consultados por Efe, quienes coinciden en que es necesario lograr mayores compromisos para la eliminación total de los combustibles fósiles y contaminantes y reemplazarlos por energías renovables donde sea posible.
La responsable del proyecto del Ártico en Ecodes, y miembro de la Alianza por un Ártico Limpio (Clean Arctic Alliance), Lola Berna Gascón, explica que, a pesar de que la medida no será efectiva hasta julio de 2029, es un primer triunfo «beneficioso» para esta zona, cada vez «más vulnerable por el deshielo y el calentamiento global».
«Una victoria a medias»
El responsable de combustibles fósiles en la organización Greenpeace, Francisco del Pozo, por su parte, coincide en que es «una victoria a medias», porque la medida solo obliga a que los buques cambien el combustible fueloil pesado (HFO, por sus siglas en inglés) a uno menos contaminante en su paso por el Ártico, pero «podrán seguir utilizándolo en el resto del planeta».
Berna Gascón subraya que es «un logro» que, a pesar de las «fuerzas que intentan parar el progreso, y la controversia que existe por la presión de Rusia o China», se ha podido sacar adelante esta norma y hay muchos incentivos para que el transporte deje de utilizar este combustible pesado, «sobre todo en las áreas de emisiones controladas».
Ambos coinciden en que «el deshielo y el calentamiento global en el Ártico» han incrementado el transporte en una zona que «ahorraría muchos kilómetros», además, en el traslado de mercancías, por ejemplo, en la llamada Ruta de la Seda de China.
Estos combustibles fósiles «tan sucios destrozan la biodiversidad y la vida de los pueblos indígenas que dependen de esos ecosistemas», incide la responsable del proyecto del Ártico en Ecodes.
Los dos expertos señalan que al ser un combustible «muy sucio, aumenta el calentamiento global«, porque el carbono negro que emite ennegrece el hielo, lo que provoca la retención del calor y evita el efecto de reflejar la luz, que también ayuda a revertir el calentamiento, en lo que se conoce como el «efecto albedo».
Cumplir la norma
Un efecto que «se retroalimenta, por lo que es muy importante que hagamos cosas para revertirlo». Muchos países van a «cumplir la norma en su totalidad, pero necesitamos que no se hagan exenciones», según Berna Gascón.
«Los barcos salen de los puertos navegando con diésel, pero enseguida cambian al HFO, que es más pesado y producen más emisiones», en palabras de Del Pozo. La norma lo que «exige es un cambio del combustible en la travesía del este al oeste en el Ártico», una zona «particularmente sensible y frágil».
Pero cuando salen de esa zona vuelven a cambiar de combustible, por lo que es «algo circunstancial», aunque «viene bien, porque es una medida que se lleva demandando desde hace años», según Del Pozo, quien añade que «es difícil» medir la efectividad del cumplimiento, sobre todo para países como Rusia que «tiene más costa ártica y más buques para el transporte de gas de sus bases». Es uno de los países que «más se ha opuesto a la entrada en vigor de la medida, y el que ha establecido más exenciones».
En su opinión, el tráfico en el Ártico «es una mala noticia en general, porque se produce por la falta de hielo y el cambio climático está aumentando el volumen de barcos que trasladan sobre todo hidrocarburos de las zonas de gas y petroleras de la Siberia rusa».
«Hemos presionado a la OMI para la prohibición total, porque estamos en un grado de cambio climático tan brutal que ya no vale que se queme diésel o HFOs», el transporte tiene que evolucionar y es necesario «dejar los combustibles fósiles en su sitio», según el responsable de Greenpeace.
«Lo que pasa en el Ártico, no se queda en el Ártico», recuerda Berna Gascón, porque «el Ártico nos marca a todos».