«Los rumores sobre tu visita a Moscú no pueden ser ciertos, Viktor Orbán. ¿O sí?», le ha preguntado al primer ministro húngaro su homólogo polaco, Donald Tusk, en la red social X. Orbán pretende visitar a Vladímir Putin en el Kremlin este mismo viernes, cuando apenas se cumple la primera semana de la presidencia de turno húngara del Consejo de la UE.

Un viaje que, incluso antes de confirmarse públicamente, ha levantado una enorme polvareda en Bruselas. Sobre todo por el riesgo de que Orbán intente arrogarse la representación de los Veintisiete, cuando en realidad su postura es justo la contraria que la del resto de socios europeos en todo lo que se refiere a la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania.

El primer ministro húngaro visitó el pasado martes Kiev por primera vez en una década para reunirse con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. En una comparecencia conjunta, Orbán le reclamó que decrete un alto el fuego para acelerar las negociaciones de paz con Moscú. «Zelenski no estaba muy feliz con la idea, pero entendió la posición de Hungría», ha dicho uno de los principales representantes de la derecha radical en la UE. 

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Orbán ha anunciado que, como líder del país que ocupa la presidencia de turno de la UE, pretende preparar un informe sobre «la posibilidad de la paz» para el Consejo Europeo.

«La presidencia rotatoria de la UE no tiene mandato para dialogar con Rusia en nombre de la UE. El Consejo Europeo es claro: Rusia es el agresor, Ucrania es la víctima. No se pueden entablar discusiones sobre Ucrania sin Ucrania», ha escrito en su cuenta de X el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel

El tuit de Michel parece dar por confirmada la visita de Orbán a Moscú, que ha sido adelantada por el periodista húngaro Szabolcs Panyi, de la plataforma de investigación VSquare. El primer ministro húngaro estará acompañado en el Kremlin por el ministro de Asuntos Exteriores, Peter Szijjártó.

Desde el estallido de la guerra de Ucrania, Orbán se ha significado por bloquear o retrasar, casi siempre en solitario, los sucesivos paquetes de sanciones contra Rusia, así como la ayuda militar de la UE al Gobierno de Volodímir Zelenski.

El primer ministro húngaro es el único líder europeo que mantiene contactos con Vladímir Putin desde el estallido de la guerra, con el que se reunió en Pekín en octubre de 2023. Una visita que ya entonces desató una enorme polémica.

«Si tienes una posición proguerra, es totalmente lógico introducir sanciones. Pero el enfoque de Hungría es totalmente diferente. Nosotros nos oponemos a todas las sanciones porque nuestro objetivo es siempre la paz y las sanciones no nos han acercado a la paz. Pero si los otros 26 países quieren ir en esa dirección, nosotros sólo vetamos las sanciones que van contra los intereses de Hungría, como las que afectan a la energía», explicaba la semana pasada en Bruselas el jefe de gabinete de Orbán.

De confirmarse, la visita de Orbán al Kremlin iría incluso más allá de los peores temores de Bruselas sobre la presidencia húngara: que el primer ministro pretende utilizar este semestre como plataforma para promover su agenda nacionalista y euroescéptica, y sobre todo para socavar la precaria unidad europea sobre Ucrania.



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