Una prestidigitación jurídica para situar al Tribunal Supremo en rebeldía contra el imperio de la ley

Cuál es la peor de las tiranías, se preguntaba el barón de Montesquieu (París, 1689-1755), a lo que se contestaba el jurista y filósofo francés: “Νο hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia”. A la sombra de la ley de amnistía y bajo el calor de la justicia, el antiguo tribunal del procés – los mismos magistrados convertidos en Sala, menos uno, Luciano Varela, jubilado al dictarse la sentencia del 14 de octubre de 2019 – y el instructor de dicha causa, Pablo Llarena, han ejercido esa peor de las tiranías, convirtiendo su negativa a aplicar la ley de amnistía a los condenados por malversación, en un acto de rebelión contra el imperio de la ley. “Aunque parezca ya cosa rancia y sabida [el concepto de imperio de la ley] pronto volverá a ponerse de moda”, Francisco Javier Laporta, catedrático emérito de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, dixit hace algunos años.

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