Algo se mueve en las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela nada menos que a 25 días de las elecciones en las que Nicolás Maduro se juega la permanencia en el Palacio de Miraflores. Un encuentro de este miércoles entre delegaciones de los dos países y en un lugar que no ha trascendido, causa cierta sorpresa pero no un completo asombro entre algunos analistas. «He recibido la propuesta durante dos meses continuos del Gobierno de los Estados Unidos para restablecer las conversaciones y el diálogo directo y tras pensarlo durante dos meses he aceptado», dijo el presidente la noche del lunes.
«Damos la bienvenida al diálogo de buena fe. Somos conscientes de que el cambio democrático no será fácil y requiere de un compromiso serio», dijo a la agencia EFE un portavoz del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca. Más tarde, Vedant Patel, quien cumple las mismas funciones en el Departamento de Estado, recordó que el Acuerdo de Barbados suscrito en octubre entre la oposición y el madurismo para garantizar una contienda transparente «es el mejor camino para restaurar la democracia que los venezolanos merecen».
La máxima autoridad de la Asamblea Nacional (AN) y además jefe de la delegación del Gobierno en las negociaciones con la oposición, Jorge Rodríguez, será otra vez el que representará a Maduro en las próximas conversaciones con EEUU. El mandatario, quien se encuentra completamente abocado a la campaña electoral vinculó la posibilidad de un nuevo encuentro al más alto nivel entre Caracas y Washington con lo que pueda suceder en las urnas el 28 de julio. «Ellos allá saben quién va a ganar las elecciones presidenciales y yo se lo voy a poner fácil, dijo durante su programa televisivo. Y añadió: «Yo quiero superar este conflicto de confrontación brutal y estéril con ellos, ya queda de ellos cumplir».
Ruptura en el 2019
Maduro rompió relaciones diplomáticas con Estados Unidos en enero de 2019, cuando el entonces diputado Juan Guaidó se autoproclamó «presidente encargado» con el entusiasta aval de Donald Trump. Durante todos estos años arreciaron las sanciones económicas. La fuerza inicial de Guaidó se esfumó y, tras la invasión rusa a Ucrania, en medio de una nueva crisis energética global, la Casa Blanca, ya con Joe Biden en el Salón Oval, comenzó a explorar contactos con Caracas en un juego de idas y venidas que ha incluido un alivio de las sanciones a cambio de garantías electorales para la oposición que se han cumplido a medias.
A la vez, se han intercambiado prisioneros de origen norteamericano por los sobrinos de la «primera combatiente», Cilia Flores, acusados de estar relacionados con el narcotráfico, y el empresario de origen colombiano Alex Saab, bajo sospecha de ser testaferro liderazgo venezolano.
«Quiero futuro para nuestras relaciones, quiero cambio bajo la soberanía absoluta y la independencia de Venezuela», pidió Maduro antes de una reunión que ha sido saludada por el colombiano, Gustavo Petro, un presidente especialmente interesado en que su vecino solucione el conflicto político interno. «Excelente. Antes que nada, la dignidad del pueblo venezolano», escribió Petro en la red social X.
Especulaciones sobre el futuro inmediato
El anuncio de Maduro fue precedido por un largo artículo en el periódico ‘The Financial Times’. Según su autor y editor jefe de América Latina, Michael Stott, Maduro «probablemente ganará la reelección por las buenas o por las malas, según creen las agencias de inteligencia estadounidenses». Ese escenario, que por ahora no se verifica en las encuestas, «puede alarmar a los opositores del gobernante autoritario de larga data». Sin embargo, «algunos inversores perciben una oportunidad».
Stott sugiere que este eventual desenlace no provocaría mayores inquietudes en el mercado. «Algunos ejecutivos petroleros y tenedores de bonos creen que EEUU y la UE están dispuestos a encontrar una forma de reconocer a Maduro, tras haber fracasado en su intento de derrocarlo con sanciones que contribuyeron a destruir la economía venezolana, empujar a Caracas a los brazos de Rusia e Irán y provocar el éxodo de 7,7 millones de refugiados».
Su reelección sería «medianamente creíble» siempre que «no implique graves actos de violencia, la prohibición total de la oposición o un fraude flagrante«, dice el autor. Consigna a su vez que durante una reciente conferencia sobre Venezuela celebrada en Londres y «a la que sólo se pudo asistir por invitación», los participantes expusieron esos mismos argumentos. «Estados Unidos quiere más petróleo y menos emigrantes. Los tenedores de bonos quieren su dinero. El gobierno venezolano quiere que se levanten las sanciones. El pueblo venezolano quiere un medio de vida digno. Las empresas petroleras quieren más petróleo». Todo eso, se señaló en la capital británica, «es eminentemente factible».
Venezuela tiene una deuda externa de unos 160.000 millones de dólares. La producción de la estatal PDVSA se ha ido recuperando gradualmente después que EEUU suavizara las medidas contra el Palacio de Miraflores. Chevron ha ampliado su producción en ese país.
Reacción de la oposición
Más allá de las especulaciones de inversores y sectores de inteligencia consulados por ‘The Financial Times’, por el momento es Edmundo González Urrutia, el candidato de la Plataforma Unitaria (PUD) quien está al frente de los sondeos. El exdiplomático ha salido del completo anonimato para competir con Maduro después de que quedara fuera de carrera María Corina Machado por un ardid judicial.
Machado ha endosado todo su capital político al aspirante opositor. Recorre el país en su nombre. En actos con alta participación, llama a votarlo para cerrar un ciclo histórico. El buen y sorprendente desempeño inicial del seleccionador nacional en la Copa América de fútbol es presentado por González Urrutia como un anticipo de su desempeño electoral.
Si bien nada está definido de cara al 28 de julio, la PUD anunció el pasado martes que una delegación de esa alianza de partidos entablará también negociaciones con el Gobierno para «lograr un ambiente de mayor normalidad posible en este proceso electoral». La PUD no hizo más que reaccionar a lo que Maduro dijo sobre las conversaciones de este miércoles con Estados Unidos. «Estamos dispuestos a participar (de las negociaciones) si es necesario y creemos que puede ser necesario», dijo Omar Barboza, el secretario ejecutivo de la PUD.
El antimadurismo no se quiere quedar al margen de ningún posible arreglo. «Los primeros interesados y comprometidos en que se reconozcan los resultados del 28 de julio somos nosotros, primero porque somos demócratas y segundo porque no tenemos ninguna duda de que ganaremos nosotros», ha sentenciado Barzoba.