En las primeras elecciones generales en Reino Unido tras el brexit, las promesas de reducir la inmigración han unido a los candidatos que luchan por convertirse en el nuevo ocupante del número 10 de Downing Street. Los planes para detener la llegada de botes ilegales desde Francia ocupan un puesto fundamental en los manifiestos políticos tanto del actual primer ministro conservador Rishi Sunak como del líder laborista y opositor sir Keir Starmer.

También el ultraderechista Nigel Farage, resucitado políticamente para la ocasión, ha declarado que estas elecciones generales «deberían ser las elecciones de la inmigración». El único que se desmarca de esta tendencia es Sir Ed Davey, el candidato liberaldemócrata, que apuesta por recuperar el acuerdo de libertad de movimiento con Europa continental perdido con la salida del país de la UE.

A menos de una semana de los comicios, un 40% de los votantes británicos señala la immigración como uno de los principales retos del país, solo por detrás de políticas sobre economía y salud. El porcentaje duplica las cifras de 2019, según YouGov. El sentimiento responde al aumento de la inmigración en los últimos años. En 2022, el número de migrantes netos alcanzó los 764.000, según la Oficina Nacional de Estadísticas. La cifra se redujo a 685.000 en 2023, pero continúa manteniéndose muy por encima de los 184.000 de 2019, año de las últimas elecciones generales británicas. 

«Stop the boats»

«Somos una isla, ¿por qué no podemos cerrar nuestras fronteras con facilidad?». Esa fue la pregunta que le plantearon a Sunak y a Starmer durante el último debate. A pesar de que la cifra que más ha aumentado en los últimos años ha sido la de refugiados procedentes de Ucrania y de Hong Kong, las discusiones sobre a immigración en la campaña electoral se han centrado en cómo reducir los números de solicitantes de asilo que cruzan el Canal de la Mancha desde Francia en pequeños botes, y que en 2022 ascendieron a casi 46.000. 

Con el deseo de frenar la llegada de estos refugiados, el Partido Conservador adoptó el eslogan Stop the boats («Parar los botes»), originario de la política australiana. El calado de este mensaje fue tal que hoy ocupa un lugar prominente en las promesas de casi todos los candidatos. Declaraciones como las de Farage, que ha abogado por la necesidad de «recuperar el país» de la «invasión» de extranjeros han permitido a su partido de ultraderecha Reform UK igualar a los tories en ciertas encuestas.

Sunak, por su parte, se ha centrado en la reducción en la cantidad de barcos que han cruzado el Canal de la Mancha en los últimos meses y ha prometido continuar con la política de mano dura. Mientras tanto, Starmer ha centrado la conversación en la necesidad de procesar la larga lista de solicitudes de asilo pendientes (más de 118.000 en marzo) y perseguir a los grupos ilegales que gestionan las rutas migratorias. «Tenemos que proteger nuestras fronteras», decía en el debate.

Destino: Ruanda 

En junio de 2022, 100 personas retenidas en el centro de detención de Gatwick recibieron una carta en la que se les informaba de que serían transportados a Ruanda como parte de la nueva política de migración británica. De ellos, sólo siete subieron al primer avión, que nunca alcanzó su destino. Hora y media antes del despegue, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos detuvo las deportaciones y la Justicia británica pronto confirmó la decisión, ya que el plan contenía demasiadas incertidumbres sobre la seguridad de los deportados en territorio ruandés.


El líder del partido Reform UK Nigel Farage,

Reuters

Frente a unas encuestas que vaticinan el fin de 14 años de gobierno conservador, Sunak ha hecho del plan Ruanda, política estrella durante su breve mandato, una pieza clave de su campaña electoral. En abril, el Parlamento aprobó la ley que permite transferir a inmigrantes al país centroafricano y procesar allí sus peticiones de asilo. De esta manera, Sunak recibía luz verde para recuperar su promesa de reiniciar los vuelos a Ruanda si logra renovar mandato. «Necesitamos un efecto disuasorio», afirmaba el premier. «Tenemos que dejar claro como el agua que si (los migrantes) llegan a nuestro país ilegalmente, no tendrán permitido quedarse».

El electorado está dividido sobre su apoyo a esta política y su gran coste, que asciendería a unos 600 millones de libras para la deportación de 300 refugiados, según cálculos de la Oficina Nacional de Auditoría. 

El empleo, principal preocupación

En cuestión de inmigración legal, Reino Unido tiene opiniones encontradas. En un país que se enfrenta a una difícil situación económica, políticos como Farage han usado el descontento resultante para movilizar a parte del electorado en contra de la inmigración, tanto legal como ilegal, identificando la llegada de extranjeros como la causa de la extendida falta de acceso a salud y vivienda. «Gran Bretaña está rota y la explosión en la población es la razón», afirmaba Farage en una entrevista con AP. Su partido ha prometido aceptar a «cero» inmigrantes ilegales en el país o subir los impuestos a las empresas que contraten trabajadores extranjeros, ignorando a los que señalan la necesidad de aceptar migrantes para cubrir puestos de trabajo. 

Aunque la mayoría de las encuestas muestra la preocupación de los votantes por controlar la llegada de extranjeros, sólo un 37% de los británicos cree que la inmigración tiene un impacto negativo en la economía, un número no muy distante del 37%  que cree que es positivo, según YouGov. La Confederación de la Industria Británica también ha identificado la falta de trabajadores como uno de los mayores retos a los que se enfrenta el país.

Sunak visita un centro de tecnología marítima en un astillero de Irlanda del Norte, el viernes pasado.


Sunak visita un centro de tecnología marítima en un astillero de Irlanda del Norte, el viernes pasado.

Reuters

Actualmente, uno de cada cuatro de los trabajadores en los sectores de la hostelería, el transporte y las telecomunicaciones británicas han nacido en un país extranjero, según la Universidad de Oxford. El Partido Liberaldemócrata ha sido el único de los principales partidos británicos en centrarse en este aspecto y demostrar una actitud favorable hacia la inmigración, proponiendo un sistema que «trate a todo el mundo con respeto».

El propio Sunak es de ascendencia india y, a pesar de su postura antiinmigración, su historia familiar ha sido una herramienta fundamental en su campaña electoral, que buscaba permitirle conectar con el electorado en un nivel personal. «Mis abuelos emigraron a este país con muy poco», recordaba el pasado miércoles. «Dos generaciones después, tengo el enorme privilegio de presentarme aquí como vuestro primer ministro».  

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