A Massoud Zandi, un empresario iraní que hace 20 años encandilaba a la ‘jet set’ madrileña «gastando ingentes cantidades de dinero en fiestas de lujo», conduciendo «vehículos de alta gama» y relacionándose con «políticos y empresarios de primer nivel», le ha salido barato estafar tres millones de euros a los herederos de La Sepulvedana, una de las familias más ricas de España.
Este miércoles, según ha podido saber El Periódico de España, del mismo grupo editorial, ha ratificado un acuerdo de conformidad en la Audiencia Provincial de Madrid en el que se establece una pena de cuatro meses de prisión sustituibles por una multa de 2.400 euros.
El hecho de haber devuelto los 3 millones de euros durante el proceso de instrucción habría servido como atenuante para la reducción de condena, aunque, eso sí, estuvieron a su disposición durante años.
Para poder ratificar presencialmente este pacto con la justicia, ha sido necesario que se levante la orden de busca y captura que todavía pesaba sobre Zandi, que habría huido de España cuando se descubrió el engaño. La Fiscalía pedía inicialmente dos años y medio de prisión para él.
Una vida de «gran ostentación»
En su escrito de acusación, el Ministerio Público explicaba que el empresario llegó a España en la década de los noventa, y que, desde ese momento, transmitió una imagen de alta solvencia empresarial en la industria petrolífera, exhibiendo «una vida de gran ostentación y fastuosidad».
De hecho, residía en la Urbanización La Finca de Pozuelo de Alarcón de Madrid y hacía «uso de vehículos de alta gama, relacionándose con políticos y empresarios de primer nivel y gastando ingentes cantidades de dinero en fiestas de lujo».
Tras el fallecimiento del propietario del grupo La Sepulvedana, el acusado entró en contacto con la viuda e hijo para forjar una relación de amistad y cercanía «en la que transmitía esa posición acomodada mediante invitaciones en los mejores locales de la capital».
Así, poco a poco, se ganó su confianza, dijo la Fiscalía, «con el único objetivo de enriquecerse a costa del amplio patrimonio que sabía que estos tenían».
Inversiones petrolíferas
En este marco de confianza, primero les informó de sus proyectos petrolíferos a través de la mercantil Star Petrolem, «y, en especial», de la intención de obtener los derechos de una reserva subterránea en Sudán del Sur, y a continuación les invitó a financiar el proyecto mediante una inversión de tres millones de euros, al objeto de ser destinados íntegramente a la actividad petrolífera.
Una vez convencidos, el 7 de julio de 2009, a través de la sociedad Dawton Group, la familia efectuó una transferencia de tres millones de euros a una cuenta del acusado en el Commercial Bank Of Dubai.
Una semana más tarde se formalizó un contrato de financiación entre ambas partes por dicho importe y con el mencionado fin, avalando tal operación la mercantil Hypersonyc, de titularidad exclusiva del acusado y socia mayoritaria de Star Petroleum.
Una vez recibida la transferencia el acusado incorporó a su patrimonio el total de la cantidad percibida «sin ingresarla en las arcas de Star Petroleum, ni destinarla a la obtención del derecho de explotación petrolífera».
Ante la falta de respuesta sobre el destino del dinero y la explotación petrolífera, y tras requerir la devolución, el 17 de octubre de 2013 ambas partes suscribieron una adenda al contrato a fin de que el mismo fuera devuelto antes del 15 de diciembre de 2013, abonando el acusado exclusivamente 50.000 euros para simular una inexistente intención de devolución que no se efectuó hasta varios años después y tras la intervención de la justicia.