El buque oceanográfico García del Cid lleva a sus espaldas decenas de campañas de investigación. Construido en 1977 y adscrito a la flota del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la embarcación ha permitido arrojar luz, por ejemplo, sobre las profundidades del Mediterráneo.
Tendrá el peor final de los posibles. No porque irá a desguace, que es el punto de no retorno para la mayoría de embarcaciones, sino por haber sido protagonista en la desaparición, el pasado mes de septiembre, de la tripulante gallega Carmen Fernández. Y porque las 11 personas que todavía componían su tripulación serán despedidas, como han apuntado fuentes sindicales a Faro de Vigo, del mismo grupo editorial que este diario.
Carmen, como desveló este periódico entonces, había denunciado una agresión sexual a bordo, pese a lo cual no se le ofrecieron medidas cautelares pese a haberlas solicitado con insistencia. La posibilidad de traslado de barco, que no se le permitió, está ahora recogida en el nuevo protocolo antiacoso del CSIC.
Caso cerrado
Un juzgado de primera instancia de Valencia, primero, y la Audiencia Provincial, después, dieron carpetazo a la investigación al no haberse probado indicios de delito en la desaparición de Carmen. Y pese a que no se realizó ninguna diligencia en sede judicial, no se tomó declaración a los tripulantes.
La mujer, camarera en el García del Cid, estaba casada y tenía tres hijos.
El El oceanográfico, especializado en misiones de investigación en aguas del Mediterráneo, se construyó en la desaparecida Astilleros de Tarragona, con 37 metros de eslora por 8,4 metros de manga. Tiene capacidad para 14 miembros de la tripulación y 12 científicos y técnicos.