No es nuevo, pero parece que no aprendemos. No podemos bajar la guardia. Llevábamos unos días sin este tipo de noticias horrendas, y de pronto, llega. Cuatro mujeres y dos menores han sido asesinados en 24 horas en Andalucía y Cuenca, en tres presuntos casos de violencia de género. Y nótese que no he escrito lo de “presunto” delante de la palabra “asesinato” porque la presunción de inocencia ampara al autor, no al hecho. Las cuatro mujeres y las dos criaturas han sido asesinadas, sin presunción alguna. Sus cadáveres, aún calientes, y el dolor de sus seres queridos, de hoy para siempre, dan buena fe de ello.

Por su parte, los informativos, como si fuera una casualidad inevitable, dedican tiempo y tiempo al inicio de las vacaciones, con imágenes de sol, playa, caravanas de vehículos, aeropuertos y chiringuitos como si el hecho de que en verano haya vacaciones fuera una verdadera noticia. Y es al hilo de esto como me viene a la cabeza una pregunta recurrente ¿Vamos a volver a hablar, unas vacaciones más, de un verano negro como hablamos de sol, playa, chiringuitos o aeropuertos?

No sé si es una pregunta retórica. Ta vez podría contestarlo cuando llegue el mes de septiembre y vuelva cada mochuelo a su olivo, pero demasiado largo me lo fiais. Y me niego a resignarme a que, un estío más, alguien encuentre motivos suficientes para tildarlo de “verano negro”, en un alarde de falta de originalidad.

La cuestión es que, aún no ha empezado el mes de julio, y la realidad ya nos está dando motivos para ponerle el sambenito al verano. Nada menos que seis víctimas mortales en un día. Una noticia, además, que se ha colado entre los goles de la Eurocopa y las sombrillas de las recién estrenadas playas como si tuviera la misma importancia. Y no la tiene. Porque no hay ninguna cosa que deba importar más que todas y cada una de las mujeres asesinadas por violencia machista.

Si echamos la vista atrás y tiramos de hemeroteca, veremos que hay varios años en que la estación estival se ha etiquetado de “verano negro” para la violencia de género. Y, en todos los casos con razón. Por desgracia.

No podemos resignarnos. No podemos quedarnos en nuestros sofás esperando a ver si, entre las Eurocopa que termina y las Olimpíadas que empiezan, nos han van a contar nuevos casos de violencia machista como si fuera algo inevitable. Porque no lo es. O no debería serlo.

Ojalá cuando llegue la vuelta al cole no hay leído eso de “verano negó”. Porque no haya razones.

SUSANA GISBERT

Fiscal y escritora (@gisb_sus)

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