Dolores tiene 86 años y va a perder su vivienda en Sevilla en cuestión de meses. Cobra una pensión de 800 euros y tiene un hijo desempleado, Manuel, a su cargo. Una sociedad ha comprado su bloque y el colindante, se van a tirar los edificios para hacer obra nueva. Todavía no saben si tendrán uso turístico o no. Manuel tiene 58 años y es parado de larga duración. No le dieron el ingreso mínimo vital cuando lo solicitó a los 52 años porque en ese momento se empadronó en la casa que vivía su madre. No entiende esa medida: «Si no me empadrono, no existo», lamenta.

Dolores pagaba 284 euros de alquiler de los 800 euros que cobra de la pensión de viudedad. Para comer y poder llegar a final de mes necesita hacer uso de los vales de comida de Cáritas porque cuando paga los suministros se queda sin dinero. Sus amistades también la ayudan para poder comer y algunos le dan dinero para comprar un día o dos. Dolores lleva más de 60 años en esta casa y cada vez que piensa que tienen que abandonarla le invade la tristeza.

«El Ayuntamiento no tiene casas para darme»

El suyo es un piso de renta antigua. Ha acudido a pedir ayuda a la asistenta social y esta le ha arreglado los papeles para poder solicitar un alquiler. Ya han solicitado una vivienda pero el Ayuntamiento no tenía casas ofrecerle. Sus amistades la intentan ayudar para, entre todos, encontrar un piso. No se niega a pagar pero aduce que no puede hacer frente a una renta de 500 euros.

Su hijo sale todos los días a la calle intentando encontrar trabajo. Se ha dedicado a la pintura y se ofrece a pintar habitaciones. Manuel cree que la gente que está en el paro no es más que una estadística. «Con 58 años parece que uno es un inútil», asegura. Ha intentado encontrar trabajo como camarero. Tiene varices en una pierna y eso le limita a la hora de desarrollar determinadas actividades.

El miedo de Dolores y su hijo

El gran miedo de Dolores y su hijo es que nadie haga un contrato de alquiler a una mujer de 86 años. Como no sea un conocido eso va a ser complicado, asegura su hijo. «Parece que no se lo van a hacer porque ya le queda poco tiempo de vida», añade. «Es el temor que tenemos. A mí, qué documentos presento yo, como no se mi carné de identidad. Me denegaron la paga de 52 años porque me empadroné con mi madre pero si no me empadrono no existo», apunta Manuel.

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