Siempre reposado y poco tendente a tirarse flores, Ralf Rangnick optó por usar la ironía para poner en valor la que quizás es la obra maestra de su carrera en los banquillos. En un grupo con Francia, Países Bajos y Polonia, la selección austriaca que dirige el sorprendió a casi todo el mundo y acabó como primera, ganándose a pulso la etiqueta de revelación de la Eurocopa por su juego vistoso y ofensivo. «Quien apostó por nosotros como líderes se habrá hecho rico», reivindicó entre risas el técnico alemán, reconocido maestro de entrenadores que nunca hasta este torneo había sentido el reconocimiento del gran público que sí que le profesaban sus pupilos.
Considerado el ideólogo del gegenpressen, una filosofía de fútbol basada en el trabajo colectivo y transiciones rápidas, el alemán ejerció de mentor de otros técnicos compatriotas que elevaron su modelo hasta convertirlo en campeón. En el mundillo del fútbol se le reconoce como el arquitecto y la gran influencia tras la que se cimentaron los grandes logros cosechados por sus alumnos, especialmente en el trienio de Champions que conquistaron consecutivamente el Liverpool de Jürgen Klopp, el Bayern de Hansi Flick y Chelsea de Thomas Tuchel entre 2019 y 2021.
Aun así, a pesar del éxito reconocido de su modelo, nunca había conseguido hacerlo funcionar a pleno rendimiento en uno de sus equipos en la élite del fútbol. Hasta que llegó el escaparate de la Eurocopa de Alemania. A sus 66 años, ha encontrado en la selección del país centroeuropeo el ecosistema perfecto para hacer funcionar su método en un gran escenario. Tanto que, el pasado mayo, confió «en su instinto» y rechazó la oferta de todo un Bayern de Múnich para seguir ligado a Austria. Un instinto que, a juzgar por las sensaciones que está dando su equipo en lo que va de torneo, funciona a pleno rendimiento.
«Agresividad colectiva para presionar y robar el balón», resumió como los principios básicos del juego el centrocampista del Dortmund Marcel Sabitzer, quizás el nombre más reconocido de una selección sin grandes estrellas (David Alaba está lesionado) pero que brilla en el torneo continental con una propuesta valiente y atractiva. Un equipo que ha ilusionado a todo un país siendo vertical y agresivo, y en el que especular no está permitido, sea cual sea el marcador. A priori, podría calificarse de kamikaze, pero tiene detrás casi 30 años de prueba y error hasta alcanzar el que podría considerarse su cénit.
Ideólogo del método Red Bull
Porque Rangnick no es precisamente un novato en los banquillos. Comenzó su carrera en las categorías inferiores del Stuttgart, pero no fue hasta que tomó las riendas del Ulm en 1997 cuando empezó a cimentar las bases del gegenpressen, ascendiendo al equipo a la Bundesliga por primera vez en su historia. Años más tarde, también ascendió al Hannover 96, un trabajo que le sirvió para fichar por el Schalke.
De ambos clubes acabó saliendo por problemas con las directiva y volvió al fútbol modesto, haciéndose cargo del club de un pueblo de poco más de 3.200 habitantes, el Hoffenheim, al que también llevó por primera vez a la Bundesliga. Pero de nuevo, los problemas con la directiva le sacaron de la rueda.
Hasta que Red Bull se cruzó en su vida. En 2006, Dietrich Mateschitz, copropietario de la empresa de bebidas energéticas, siguió el consejo de Franz Beckenbauer y compró el Leipzig y el Salzburgo, invirtiendo más de 200 millones. Su objetivo de fondo, crear una infraestructura a modo de escuela que funcionase como una cadena de producción de jugadores. Para ello confió en 2012 en Rangnick, que asumió el puesto de directo deportivo y general de ambos clubes.
Como ejecutivo llevó al entramado futbolistico de Red Bull Bull a superar los 270 millones de euros en beneficios por traspasos de jóvenes por los que apostó cuando no eran nadie y se hicieron un nombre hasta ser vendidos. El más reconocido es el de Erling Haaland, actual delantero del City, pero en la lista también figuran otros grandes nombres como el de Joshua Kimmich, Timo Werner o Naby Keita.
Fracaso en el United y redención en Austria
En el Leipzig llegó a compaginar su puesto como director deportivo con el de entrenador en dos etapas. En la primera, en la temporada 2015/2016, logró subir al club a la Bundesliga y en la segunda, en la 2018/2019, acabó tercero y llegó hasta la final de Copa. Resultados que despertaron el interés del Manchester United, que en la temporada 2020/2021 recurrió al alemán a mitad de temporada, en una aventura que apenas duró unos meses.
Rangnick no cuajó en Manchester, pero aún así Austria recurrió a él para dejar de ser una selección mediocre y poco reconocible. Tras ser derrotada en la repesca para el Mundial de Qatar, la federación del país centroeuropeo optó por dar un cambio de rumbo y despedir al alemán Franco Foda, técnico desde 2018 hasta 2022, en una etapa en la que se caracterizó por desplegar un fútbol defensivo, austero y poco atractivo que, además, rara vez trajo consigo buenos resultados. Todo lo contrario a lo que ha ocurrido desde la llegada de Rangnick.
Seis de los jugadores que participaron en la histórica victoria sobre Holanda (3-2) pasaron por el Leipzig, el Salzburgo o su filial, el Liefering y son conocedores desde pequeños del método Red Bull. Con su ayuda Rangnick ha implementado en la selección: Prass, el lateral derecho; Seiwald, el mediocentro; Schmid, autor del 2-2; Baumgartner, el interior asistente del 3-2; Laimer, volante del Bayern; y Sabitzer, autor del tanto que dio el primer puesto del Grupo al país centroeuropeo.
Ahora, Austria disfruta de haber acertado en una decisión que en ese momento se podía considerar valiente. Reconocida por su juego vistoso, además se ganó el ‘beneficio’ de ir por el lado aparentemente más fácil del cuadro tras quedar por delante de la todopoderosa Francia. De ganar a Turquía este martes en octavos, se cruzaría en unos hipotéticos cuartos de final con el ganador del choque entre Rumanía y Países Bajos, a quien ya derrotó hace menos de una semana. El derecho a soñar, al menos, ya se lo ha ganado.