Olivia Maurel es una mujer guapa, con los ojos azules, las cejas grandes y una barbilla que anuncia determinación. Hemos hablado de ella en otra ocasión. Pero me han llamado la atención unas declaraciones que ha hecho a ABC. Olivia Maurel dice que está buscándose, nació de un vientre de alquiler. Tuvo una infancia y una adolescencia atravesadas por las mentiras familiares y percibiendo que le faltaba algo. Sufría un profundo abandono y sentimiento de desarraigo.

Los padres franceses que contrataron el vientre de alquiler no le comentaron hasta los 17 años de dónde venía. Su madre biológica era de Kentucky. Muchas feministas consideran que los vientres de alquiler son una nueva forma. Una terrible forma de explotación de las mujeres. No les falta razón. ¿Y cuándo el contrato del vientre de alquiler ha llegado a término y tenemos una nueva criatura qué hacemos? La historia de Olivia no es solo una denuncia de las consecuencias de los vientres de alquiler, la historia de Olivia nos dice que los adolescentes, los jóvenes que han nacido en una situación como la suya, necesitan la verdad. A su debido tiempo, en el momento oportuno, pero siempre la verdad, sobre todo la verdad sobre uno mismo.

El Gobierno ha puesto el grito en el cielo porque Feijóo haya dudado de la neutralidad del Constitucional al abordar la amnistía. Después de que el Supremo, aplicando la ley de amnistía, no haya amnistiado a Puigdemont y a todos los condenados por malversación, esta mañana en Onda Cero le han preguntado a Feijóo por la respuesta que puede dar el Constitucional a la decisión del Supremo. Y Feijóo ha cuestionado la neutralidad del Constitucional. Pilar Alegría ya digo, ha puesto el grito en el cielo.

Nuestros políticos defienden a las instituciones cuando le conviene. Alegría defiende al Constitucional, pero sugiere al mismo tiempo que los jueces del Supremo no han aplicado bien la ley de amnistía porque no la han aplicado como ella esperaba y han dicho que no se puede amnistiar la malversación. El problema, ministra, es que no te gusta cómo la han aplicado.

Respeto para el Constitucional, críticas para el Supremo.

El secretario primero de la Mesa del Congreso, Gerardo Pisarello (Sumar), ve una «auténtica vergüenza».



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