Con lo justo. Recurriendo a la ley del mínimo esfuerzo e incluso a la suerte se coló Francia en los cuartos de final de esta Eurocopa después de derrotar a otra decepcionante Bélgica. 

Un gol en propia puerta del central Vertonghen cuando apenas restaban cinco minutos para el final del choque fue decisivo para mantener vivos a Mbappé y compañía en el camino hacia el título. No podía ser de otra manera después de un partido terrorífico en el que ninguna de las dos selecciones propuso lo suficiente como para merecer el pase a la siguiente eliminatoria.

85 minutos de puro tedio dieron paso a una acción en la que Kolo Muani se alió con la fortuna para fabricar la acción que permite a Francia seguir adelante en el campeonato. El equipo de Deschamps cada día acrecenta más las dudas en lugar de eliminarlas. Parece difícil que, con este nivel, pueda llegar a ser campeona, pero ya puede presumir de esperar rival en los cuartos de final.

El aburrimiento

Tenía buen cartel el partido para unos octavos de final de una Eurocopa. De hecho, seguramente era uno de los cruces más atractivos teniendo en cuenta que había otros enfrentamientos más desequilibrados sobre el papel, pero lo que sucedió sobre el terreno de juego fue un auténtico desastre. 

Frente a frente dos equipos a los que les costó horrores proponer algo de fútbol y que no sabían realmente a qué jugar. El dominio, al menos en los primeros momentos, fue más para Francia, pero fue una posesión inútil, sin claridad y que no le hizo apenas cosquillas a una Bélgica que ni mucho menos estaba a disgusto.

Con este escenario comenzaron a pasar los minutos sin que los espectadores pudieran presumir de llevarse algo a la boca en forma de ocasiones o acercamientos claros. Al partido le falta picante, no tenía esa emoción que generan las oportunidades de gol, y eso que se estaban jugando la vida dos grandes selecciones que durante los últimos años han hecho grandes cosas en competiciones importantes. 

Tuvo que llegar el ecuador de la primera mitad para presenciar el primer ‘uy’ serio. Kevin de Bruyne puso una falta envenenada desde el costado izquierdo, de esas que se cierran sin que nadie remate, y Maignan tuvo que hacer un escorzo de lo más extraño para evitar el gol de Bélgica. 

Francia quiso responder con un remate de Thuram tras un gran centro de Koundé desde su banda. El delantero se anticipó perfectamente al central y remató fue por muy poco. Tchouaméni fue, sorprendentemente, quien más peligro generó con sus disparos desde fuera del área, pero ninguno de ellos llegó a ver portería.

La fortuna, con Francia

Todo el mundo esperaba que con el paso por los vestuarios tanto Francia como Bélgica mejoraran sus versiones. No era difícil, de hecho, partiendo desde la más absoluta nada, pero lamentablemente no fue así.

El partido siguió por los mismos derroteros, con un ritmo cansino, sin movimiento, sin continuidad en el juego por parte de nadie. Es cierto que Francia gozó en el arranque de un cabezazo de Thuram y de un disparo de Mbappé que ni siquiera fueron entre los tres palos, y que Carrasco amenazó con el gol en una acción en la que le ganó la espalda a la defensa. Todo terminó en nada. 

El choque se encaminaba irremediablemente hacia la prórroga. Ni un disparo lejano de Kevin de Bruyne ante el que tuvo que responder Maignan fue suficiente para romper el empate, y parecía que no existía elemento alguno que pudiera alterar la llegada del tiempo suplementario.

Sin embargo, la suerte le dio la mano a Francia en el momento más delicado. Kolo Muani, uno de los cambios de la segunda parte, puso un centro desde dentro del área con tanta suerte que su pase tocó en Vertonghen y el esférico salió directamente hacia la portería belga. 

Casteels, totalmente vencido, no pudo hacer nada y así llegó el gol que metió a Francia en los octavos de final. En este duelo de decepciones, los galos salvaron el desastre y se mantienen vivos en la Eurocopa.



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