Quitar asfalto en las ciudades para que la tierra respire y aumente el bienestar de sus habitantes. Esta es la filosofía que inspira muchos proyectos que están empezando a ejecutarse en ciudades europeas y de todo el mundo. Lo que hace unos años hubiera parecido una idea extravagante o radical está imponiéndose en la realidad por una simple razón: el calentamiento global se ve amplificado por las superficies pavimentadas en las ciudades, aumentando su temperatura en varios grados. Recuperar los terrenos naturales, en cambio, refresca las urbes y ayuda a reactivar la biodiversidad.

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