Jeanne-Antoinette Poisson, madame de Pompadour, susurró a Luis XV de Francia, después de la batalla de Rossbach ,unos versos de Victor Riquetti, marqués de Mirabeau, que pasarían a la posteridad como el summum de la egolatría. «Après nous, le deluge (después de nosotros, el diluvio). Después de nosotros, el diluvio». Aludía con la frase al cometa Halley, que se preveía que pasaría por la Tierra en 1757. Se creía que el Diluvio Universal de la Biblia lo había provocado el astro. Y, así pues, ya nada importaba más allá de disfrutar del momento, y de la gloria y fortuna del momento, pues lo que vendrá después ya no tendrá interés al no estar nosotros.

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