Cuando José María Amor e Ingrid Serra decidieron mudarse al Reino Unido a mediados de 2023 no podían imaginar la cantidad de esfuerzo y tiempo que les iba a suponer. Los dos llevaban un tiempo planteándose salir de Barcelona y pasar una temporada en el extranjero, una oportunidad que se abrió finalmente a través del trabajo de él. “Pedí el traslado a Londres y a los seis meses me lo aceptaron. A partir de ahí comenzamos el proceso de tramitación del visado con mi empresa”, explica Amor, de 33 años y trabajador en el sector tecnológico financiero.
A pesar de que su empresa gestionó gran parte del proceso, Amor tuvo que presentar varios documentos, como una prueba de inglés certificada o el registro de antecedentes penales, y esperar varios meses hasta que finalmente las autoridades británicas aceptaron su solicitud. “La empresa aceptó mi traslado en febrero de 2023, pero el visado no fue aprobado hasta julio”, señala. Los problemas para la pareja fueron en aumento cuando empezaron a tramitar el visado de Serra, cuya empresa se negó a esponsorizar su traslado al Reino Unido.
La única alternativa para esta abogada de 32 años fue obtener el visado como familiar dependiente de su pareja, una gestión que resultó más compleja de lo esperado al no estar casados. “Todo partía con demostrar que llevábamos dos años viviendo juntos”, explica Amor. “Los dos estábamos en el contrato de alquiler en nuestro piso en Barcelona, pero nos dijeron que no sería suficiente y que teníamos que demostrar que habíamos estado viviendo juntos allí”. Esta situación supuso un cúmulo de trámites burocráticos que ninguno de los dos había previsto. “Nunca caímos en que teníamos que demostrar todo esto, porque inicialmente nos habíamos planteado ir a países de la Unión Europea. Para cuando nos dimos cuenta de todo lo que necesitábamos ya era un poco tarde, así que tuvimos que hacer malabares”.
A partir de ese momento comenzó un proceso de recolección de recibos de suministros y de compras por internet, además de la entrega de documentos traducidos y certificados. “Nuestros padres tuvieron que escribir una carta, con una fotocopia de sus pasaportes adjunta, declarando que estábamos en una relación formal y viviendo juntos”, asegura Serra, quien decidió contratar un despacho de abogados especializado en migración en el Reino Unido para que la ayudaran con la gestión. A los honorarios del equipo legal, el pago de tasas y la tramitación, traducción y certificación de documentos se sumó el pago por adelantado de dos años de seguridad social, lo cual elevó la factura total a cerca de 5.000 euros.
Tramitación del visado
En el caso de Eva Sánchez, ortodoncista de 33 años, el proceso para instalarse en el Reino Unido fue igual de tortuoso. Sánchez llegó a Londres en agosto de 2022 para reunirse con su pareja, un ciudadano español residente en el Reino Unido desde hace 10 años. A diferencia de Amor y Serra, ella nunca llegó a convivir con su pareja en el mismo lugar y tampoco está casada, así que la única opción era obtener un visado de trabajo. “El primer paso fue convalidar mi título en el Reino Unido y hacer un examen de inglés, además de obtener copias certificadas ante notario de los documentos necesarios y presentar referencias por escrito de antiguos empleadores”, asegura.
Además de la traducción de documentos y del examen de inglés, Sánchez tuvo que recibir vacunas al ser personal sanitario y realizar un curso presencial de primeros auxilios, lo cual elevó la factura a más de 1.000 euros. Ya con el título convalidado e inscrita en el General Dental Council (el colegio de odontólogos en el Reino Unido), inició una búsqueda de trabajo que se alargó durante meses. “Para poder trabajar en el Reino Unido te tiene que esponsorizar una empresa de aquí, y muchas clínicas pequeñas me decían que no sabían cómo gestionar la tramitación de mi visado. Tuve que descartar algunas ofertas interesantes por este motivo”, explica.
Sánchez finalmente encontró una empresa dispuesta a tramitar su visado y empezó a trabajar en marzo de 2023, cinco meses después de colegiarse en el Reino Unido. A pesar de todo el proceso, la ortodoncista asegura que tuvo la suerte de contar con el apoyo de su pareja, quien ya estaba asentado desde hacía años en la capital británica. “Sola no hubiera podido hacer todo este proceso. Necesitas muchos ahorros para pasar cinco meses en Londres sin trabajar y pagando el alquiler, que aquí es carísimo”, señala Sánchez, quien califica de “amargantes” las gestiones para instalarse y trabajar en el Reino Unido.
La inmigración de ciudadanos europeos al país se ha reducido de forma significativa tras el Brexit, hasta alcanzar valores negativos a partir de diciembre de 2021, debido a las grandes trabas burocráticas a las que se enfrentan los recién llegados. Desde entonces, el número de personas originarias de la UE que han abandonado el Reino Unido supera, en casi un millón, la cifra de personas que han entrado para quedarse a largo plazo.
Suscríbete para seguir leyendo