18 años sin Rocío Jurado. Este es el tiempo que Rocío Carrasco, su hija, lleva aguantando la emoción día sí y día también. Es cierto que el dolor, poco a poco, se ha ido transformando en otras emociones que le permiten respirar sin un nudo en el pecho. Pero, aún así, no puede evitar que los ojos se le empañen cada vez que habla de ella. Este viernes, en el Teatro Albéniz, retoma el musical que le rinde homenaje gracias a Anabel Dueñas. A través de la historia de Carmela, una mujer que admira a La más grande, repasa un repertorio que ha marcado la música en España.
“La preparación me ha servido de terapia de choque. Empezamos con el espectáculo en 2016 en la carpa de Príncipe Pío y, por aquel entonces, no podía ver imágenes ni escuchar canciones de mi madre. Por lo que, en cierto modo, este proyecto ha sido terapéutico para mí porque no he tenido más remedio que enfrentarme a él. Me ha servido para asumir una ausencia que yo no quería asumir”, relata Carrasco, que tomó sus temas en 2022 para un concierto benéfico junto a Rigoberta Bandini, Tanxugueiras y Pastora Soler.
Referente feminista por títulos como Amores a solas, ¿Quién te crees tú? y Lo siento, mi amor, la artista es considerada hoy uno de los estandartes de esta lucha. Al igual que Carrasco, que destripó en el documental Contar la verdad para seguir viva el infierno que vivió durante 25 años junto a Antonio David Flores. Una de las patas por las que ha pasado a ser un icono atemporal: “Lola Flores, Paco de Lucía y Rocío Jurado fueron genios que perdurarán en nuestro imaginario. Son irrepetibles y, por ello, nos han calado tan hondo. Sus vivencias y sus obras son únicas”.
La elección de Anabel como protagonista no es casualidad: Rocío la conoció en Operación Triunfo 2008, donde interpretó En el punto de partida. Aquella noche, mientras defendía su permanencia en la academia, sus caminos se unieron para siempre: “A mi madre le hubiese gustado esta historia de principio a fin. Como solía decir, ella tuvo sus ídolos de adolescente. Le gustaba Gloria Gaynor, Aretha Franklin, Camarón, Queen… Adoraba Bed Of Roses de Guns N’ Roses. De pequeña, cantábamos juntas Paradise City en el pasillo de casa. Era fantástica”.
Una selección de 500 trajes
En la obra emplean el vestuario que La Chipionera utilizaba en sus multitudinarias giras por España y Latinoamérica. Una selección de entre 500 trajes que, según la función, varía. Para realizarla, Rocío tuvo que contener la respiración en más de una ocasión: “Más allá de lo que sentía, había una responsabilidad detrás. Había tanta gente a mi cargo que no podía fallar. He tenido que enfrentarme a sus vestidos, perfumes, fotografías… No tenía alternativa si quería que saliera adelante el proyecto más bonito de mi vida”.
Con el paso del tiempo, ha aprendido a sobrevivir con su recuerdo. Ahora, llora para dentro porque prefiere quedarse con la satisfacción de haberle hecho el mayor tributo posible. “Seguro que está feliz viéndonos desde allí arriba”, concluye su heredera. Pero antes un apunte final: “Esto me ha servido mucho a nivel personal por todos los momentos que me ha tocado vivir. Me ha ayudado a olvidarme de ciertas cosas… aunque fueran sólo dos horas al día. La admiraba como madre y artista, pues en ambas facetas era la mejor. Lo sigue siendo”.