Carmela todavía no ha sido capaz de asimilar la muerte de su marido, pero, en estos momentos, debe pensar en sus hijos. Para poder protegerlos del temido Vicenzo Spanò, la granjera debe actuar rápido y la opción más razonable que se le ha presentado es casarse con un desconocido para poder marcharse a América.

La boda se ha realizado en tiempo récord. El marido de Carmela todavía se encuentra en América, por lo que la granjera ha tenido que realizar la ceremonia con un hombre mucho mayor que ella que lo representa.

Los dos son conscientes de que se trata de un matrimonio por poderes, aunque el anciano bromea en el altar peguntando si puede besar a la novia. Carmela sonríe tímidamente pensando que está haciendo lo mejor para el futuro de sus hijos. ¿Conseguirán la vida que tanto desean en América?

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