La debacle de Joe Biden en el debate del jueves con Donald Trump hizo que estallara en público y de forma masiva una idea que durante meses parecía casi tabú plantear en el Partido Demócrata o en círculos mediáticos, académicos o sociales cercanos a la formación o simplemente contrarios a Trump: que el mandatario, de 81 años, no sea el candidato
En modo de emergencia de contención de daños, el aparato se ponía a trabajar este viernes para tratar de frenar ese clamor. Lo hacían desde el propio Biden y la vicepresidenta Kamala Harris hasta pesos pesados como Hillary Clinton, Nancy Pelosi o Jim Clyburn y políticos demócratas que han aparcado sus propias ambiciones presidenciales para respaldar la campaña de Biden, como el gobernador de California Gavin Newsom.
Esos esfuerzos, en cualquier caso, no tienen garantías de resolver de forma definitiva la cuestión. Las voces que piden a Biden que abandone son numerosas. Y es importante entender cómo tendrían que funcionar las cosas para que sea otra u otro quien se mida el 5 de noviembre a Trump y cómo se desarrollaría la selección.
¿Se puede reemplazar a Biden?
Sí, pero es prácticamente imposible hacerlo si él no decide voluntariamente retirarse primero y el presidente ha dejado claro este viernes que pretende seguir. En público, además, no hay señales de que vayan a animarle a abandonar las personas que podrían tener cierta influencia en esa decisión, especialmente su esposa, Jill Biden, o el expresidente Barack Obama.
El Comité Nacional Demócrata podría hacer un cambio de reglas antes de la convención de la formación, que se celebra en Chicago entre el 19 y el 22 de agosto, pero nadie aventura que fuera a ir contra su voluntad si decide seguir un órgano cuya composición actual está claramente influenciada por él.
Tampoco es de esperar una rebelión de los delegados que acuden a ese cónclave y formalizan la selección de su nominado (unos 4.000, de los que Biden ha ganado en primarias el 95%). Porque las reglas dicen que tienen que votar de forma que “en conciencia refleje los sentimientos de los que les eligieron”. Y además esos delegados son personas en cuya selección juega un papel el partido.
¿Qué pasaría si se retirara antes de la convención?
No hay un mecanismo formal para reemplazar a Biden y, dado que ya no hay tiempo de hacer nuevas primarias, se iría a una convención abierta, donde previsiblemente varios candidatos intentarían hacerse con la nominación.
Para que su nombre sea siquiera considerado esos aspirantes necesitan que al menos 300 delegados apoyen su candidatura.
Biden podría apoyar a un potencial sucesor, tratando de poner su peso tras esa figura, pero su selección no sería vinculante para los delegados.
Si en una primera ronda de votación ningún aspirante logra la nominación, entrarían en las siguientes rondas de voto 700 superdelegados, que son miembros del aparato del partido y no están vinculados por lo que decidieron los votantes de primarias.
¿Y si se retirara o queda incapacitado tras la convención?
Las reglas entonces permiten al Comité Nacional Demócrata (480) nombrar a un reemplazo. Jamie Harrison, el actual presidente del órgano, mantendría una reunión con los líderes demócratas en el Congreso y la Asociación de gobernadores. Lo que decidieran se presentaría para ser ratificado a los 483 miembros del Comité Nacional Demócrata, que incluyen a presidentes y vicepresidentes de partidos estatales y miembros elegidos de los 56 estados y territorios.
¿Quién podría ser su relevo?
La lista la encabeza, siquiera sobre el papel, Kamala Harris. La vicepresidenta es quien ascendería a la presidencia en caso de que a Biden le pasara algo antes de la convención, pero ni en ese caso sería automáticamente la nominada.
Si Biden se retirara antes del cónclave el mandatario tendría difícil no poner su peso tras la política que él mismo eligió para elevar a la vicepresidencia a la primera mujer y primera de color en el cargo. Pero a Harris le lastran bajos índices de aprobación y no sale bien parada en sondeos de un potencial duelo con Trump.
Tampoco ganan a los republicanos en esos hipotéticos cruces los otros tres los nombres más destacados en las quinielas de otros posibles candidatos, todos gobernadores: además de Newsom, el californiano, la de Michigan, Gretchen Whitmer, y el de Illinois, J.B. Pritzker.